Capitulo 10

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La operación de Levi fue de cuatro horas, pero su recuperación a lo largo de las semanas mejoraba de manera considerable a pesar de los múltiples problemas que tenía. El trabajo del doctor fue perfecto y esperaba que se recuperara lo antes posible.

Habían pasado cuatro meses y había dejado la silla de ruedas para comenzar a caminar cada vez más con la ayuda de un bastón que finalmente lo hacía sentir en libertad.

Su pierna en general avanzaba bien al igual que el embarazo de Hange que ahora se mostraba en un aspecto más grande y redondo que admiraba más de lo que lograba admitir, perdido en el redondo surco hipnotizante.

Mentiría si no dijera que estaba asustado como menos, su única referencia de lo que es la paternidad fue Kenny y no fue la mejor, por lo que haría todo lo que sus difusos recuerdos de su madre cuidando de él, o lo trataría de hacer.

Según la anciana Himari cada vez que traía la leche y la mantequilla, cuando veía a Hange le decía a Levi que ese bebé era una niña y sonreía cada vez que pensaba en ello deseando para sus más internos pensamientos que su hija se pareciera más a Hange que a él, quería ver siempre esos ojos grandes y brillantes y un cabello desordenado correr por la casa.

Supuso que Mikasa estaba un poco entusiasmada con la idea, a veces la veía tejer ropa pequeña de un color azul lo cual los hacía discutir, Levi estaba seguro de que sería niña.

Había comenzado a hacer una pequeña cuna para el bebé que esperaba que naciera según sus cálculos en junio en conjunto al término de la primavera y principios del verano.

Hange se encontraba sentada en el sillón de la sala y tenía un plato con un pastel de limón apoyado en la parte alta del vientre, el cual usaba como mesa, Mikasa estaba junto a ella mientras tejía lo que parecía un pequeño zapatito de color azul lo cual le hizo fruncir el ceño.

Escuchó a Hange suspirar mientras daba el último mordisco al pastel y abrió su ojo de manera desmesurada mientras ponía su mano en su costado derecho.

—Mierda...—Masculló Hange lo cual hizo que Levi se levantará apresuradamente y fuera hacia ella olvidando el bastón a pesar del dolor que le surgió y Mikasa rápidamente la observó preocupada.

—¡¿Te duele algo?!—Pregunto asustado Levi mientras ponía su mano en Hange.

Mikasa parecía asustada y cuando vieron a Hange sonreír ligeramente sintió que el alma volvía a su cuerpo.

—Se está moviendo—Dijo Hange y dejó el plato a un lado para levantarse la camisa de dormir dejando al descubierto el redondeado vientre, tomó las manos de Levi y Mikasa y las puso una al lado de la otra donde sintió el movimiento.—¿Lo sienten?

Levi al principio no sintió nada, solo la calidez del redondeado vientre al cual no le quitaba la mirada deseando sentir algo, pasaron unos segundos y sintió un movimiento. Sintió su pecho calentarse por el pequeño movimiento.

—¡Se está moviendo!—Dijo Mikasa emocionada.

El movimiento siguió unos segundos más hasta que finalmente dejó de moverse.

—Parece que se cansó—Dijo Hange, Mikasa quitó su mano por lo cual Levi hizo lo mismo y vio a Hange con ambas manos pasarlas por el vientre intentando hacer que vuelva moverse.

Levi nunca había sentido algo parecido, algo que aún no veía, pero que sentía, que ansiaba ver lo antes posible.

Mañana terminaría la cuna, no perdería más tiempo.

Tomó la mano de Hange y le sonrió, Hange se acercó y le dio un pequeño beso en la mejilla lo cual lo hizo sonrojar al sentir la mirada burlesca de Mikasa, sabía que más tarde se burlaría de él, pero no le importaba. No todos los días sientes a tu hija moverse en el vientre de su madre.

Una última oportunidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora