Capitulo 1

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En la mansion Haant la duquesa se encontraba despidiendose de su hija menor y esposo, al igual que Emily, la primogenita heredera del ducado de York. La chica se encontraba abrazando a su hermana menor, quien se negaba a dejarla ir sacandole risas y quejas a sus padres.

—Prometeme que me escribiras—Emily rio suavemente ante las palabras de Elena, su hermana.

—Lo prometo Elena, nos vemos

Luego de un corto abrazo con su padre, tanto la duquesa como su hija se subieron al carruaje que las llevaria en un largo viaje hacia su objetivo... Londres.

—¿Tienes todo Emily?—Preguntó la madre, totalmente preocupada, y bastante ansiosa.

—Si madre. Manten la calma—Decia la chica de voz suave y ligera, mientras se acomodaba sus guantes con calma

—Veremos tambien a tu primo Simon...

Ante eso Emily sonrio emocionada. No habia nadie que ame tanto en este universo como a su primo y a su hermana... bueno si, habia alguien, su tio Elian, pero hace tiempo que no lo veia. Habia conocido a Simon a los 6 años, y desde ese dia los dos hicieron un click impresionante, eran complices de travesuras.
Incluso, a escondidas de sus padres, Simon le habia enseñado a usar armas y a pelear, mientras que ella le enseñaba a escribir y tocar el piano. Lo cual era una de sus grande habilidades, sobre todo escribir. 
Aunque ese ultimo tiempo habian perdido mucha comunicacion, y a Emily no se la haria extraño que no volvieran a ser tan apegados como antes.

El talento abundaba en la familia Haant. Mientras que Emily escribia hermosos libros con bellisimas historias, Elena tenia una voz angelical. Emily habia publicado muchos libros, claro, todo bajo el seudonimo de Lymlie Anaht, el cual lo habia creado mezclado las letras de su propio nombre. 
Mientras que Elena cantaba por todo York, usando una capa y un antifaz para que nadie pudiera reconocerla.

—Querida...—Emily abrio los ojos ante los insistentes llamados de su madre—Hemos llegado

Al bajar del carruaje se encontro con la hermosa mansion que tenian en Londres, sin duda la amaba, sus colores neutros, los jardines inmensos... Amaba Londres claramente. Aunque ya comenzaba a extrañar las tontas bromas de su padre, o los comentarios inoportunos de Elena, pero debia adaptarse.

—Es tarde cariño—Mencionaba la señora Esther Haant, acariciando las mejillas de su hija.—Ve a dormir ya, mañana a primera hora debes estar despierta para llevarte ante la presentacion hacia la reina

—Si madre—Asintio suavemente la chica—Que descanse

La chica rapidamente se retiro subiendo las escaleras, mientras tomaba ligeramente la falda de su vestido para ir rapido y no caer en el camino. Hasta llegar a su habitacion, la cual era hermosa, tal y como la recordaba... Paredes blancas con ligeros detalles dorados, sus muebles, su piano, incluso su escritorio con sus primeros borradores de libros.

Luego de que con la ayuda de su dama de compañia, Lea, se quite el vestido con el ajustado corset, pudo finalmente acostarse, luego del largo viaje, por lo que al segundo de apoyar su cabeza en la almohada quedo profundamente dormida.

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Los rayos de sol sobre su cara la despertaron, removiendose perezosamente sobre la cama, incluso tapando su rostro con la sabanas, en busca de nuevamente conciliar el sueño, pero ya era imposible.

—Su excelencia, es hora de levantarse

Se escuchaban los pequeño quejidos por debajo de las sabanas, pero no habia mucha opcion. Odiaba que la llamaran "su excelencia" al fin y al cabo todavia no lo era, su madre aun vivia, pero aun asi todos insistian con llamarla asi, ya que algun dia lo seria.
Hoy era la presentacion y si no se levantaba en los proximos minutos su madre iba a regañarla.

Al levantarse ya sus ayudantes la ayudaron a lavarse y a colocarse el famoso vestido, claro... Esto ultimo con la supervision de la duquesa. La menor maldecia internamente mientras las muchachas ajustaban su corset bajo las exigencias de su madre, quien al parecer no notaba que ya llego a un punto en el que Emily no respiraba bien.

—Madre...—La chico giro su rosto hacia la mayor con cansancio— Ya no respiro

—Bien... Atenlo y coloquenle las plumas... Rapido, rapido

Al terminar Emily se veia como todo un angel caido del cielo... O del infierno si le preguntan al duque Haant. El vestido color crema resaltaba el color de sus ojos, los cuales a pesar de ser simplemente color marron, tenian una forma y un brillo especial. 

—Y para terminar...—Esther se acerca a su hija, sacando de una pequeña caja de terciopelo un hermoso broche de ruby, un sello importante de la familia Haant

—Madre...—Susurró Emily al ver tal broche

—Portalo con orgullo y seguridad Emily, eres la primogenita de la familia Haant

Todos salian emocionados de sus casas hacia los carruajes para arrivar al castillo. 
La duquesa estaba sentada en aquel hermoso carruaje frente a su heredera, inspeccionando cada parte de su cuerpo, buscando alguna falla, pero terminando con una complacida sonrisa al ver todo impecable. 

—¿Lo hare bien, madre?—Pregunto Emily jugando con su guante nerviosa antes de pasar

—Claro que lo haras, Emily. Tu naciste para esto... Para ser una perfecta dama de la alta sociedad. Recuerdalo... Eres un huracán, que se llevara todo a su paso.

Emily suspiro, antes de cerrar los ojos, aparentando calma y formando una ligera sonrisa, que para muchos podria verse incluso algo psicotica. 
Era el turno el Emily, justo despues de la hija de una gran amiga de su madre, Daphne Bridgerton.

Señorita Emily Haant, presentada por su madre la muy honorable duquesa de York

Lentamente de abrieron las puertas, dejando ver a la hermosa muchacha, escoltada por su madre. 
La heredera camino con seguridad, frente en alto y una muy sutil sonrisa, dejando cautivado a mas de uno a su paso, e incluso llamando la atencion de la reina, quien segun creia ya habia elegido a su diamante de la temporada pero tal vez no era asi. 
La elegancia era algo muy distintivo en la familia Haant, era increible lo imponentes que eran, incluso siendo mujeres. 

Al ver a la chica inclinarse suavemente, la reina se levanto de su lugar y se acerco, para luego posar su mano suavemente en la barbilla de la heredera, para que se levante, mientras la reina la observaba con admiración.

—Perfecta mi niña—Pronuncio la reina—Un perfecto Ruby—La monarca dejo un beso en la frente de la chica, quien mantuvo su delicada sonrisa y elegante postura, al igual que su madre, quien inflo en pecho de orgullo, al oir las palabras de la reina. 

End gameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora