25

2.7K 391 316
                                    

—Addie, esta es la tercera vez que nos detenemos porque necesitas orinar. ¿Estás segura que no lo haces a propósito?

Montecarlos rodó los ojos y apretó las piernas con fuerza. «Somebody else» estaba reproduciéndose a volumen bajo mientras la menor luchaba por no orinarse en el costoso asiento de cuero.

—Te juro que no es a propósito. ¡Ni siquiera he tomado agua! —reprochó indignada.

Taylor suspiró y marcó la direccional cuando miró una gasolinera. Notó por el espejo retrovisor como su equipo de seguridad las seguía de cerca.

—No podemos llegar tarde a la ceremonia, amor, Jack va a matarme —explicó la rubia con calma.

Y tenía razón. El viaje por carretera que se supone solo duraría tres horas les había costado toda la mañana. En el fondo, ambas sabían que ya era oficial lo tarde que llegarían por culpa de Addison.

—No lo hago a propósito —repitió frunciendo el ceño—, mi vejiga ya no funciona. Tengo treinta años, técnicamente ya soy una anciana.

—¡Hey! —refunfuñó mientras entraba al estacionamiento—, a los treinta aún sé es joven. Incluso a los treinta y cinco.

Addie sonrió en burla. —Lo que tú digas, anciana.

—Solo nos llevamos tres años —le recordó apagando el motor.

—¿Eso te hace mi suggar mommy?

Taylor rodó los ojos mientras caminaba hasta su puerta. Montecarlos bajó antes de que la rubia pudiera abrirle la puerta y sin decir nada más, salió rumbo a los baños.

Swift aprovechó el tiempo para escribirle a Jack y explicarle que llegarían tarde. Mientras esperaba una respuesta, Addison apareció frente a ella con una gran sonrisa.

—La señora de limpieza dijo que le recordaba a esa mujer que sale con esa otra mujer americana.

Taylor soltó una risa baja mientras le tomaba la mano y la llevaba de regreso al auto. Después de abrirle la puerta del copiloto y asegurar que se abrochara el cinturón, tomó la botella de agua y la lanzó a los asientos traseros.

—No volveremos a detenernos, Addie. Ya vamos más tarde de lo planeado —dijo mirándola directo a los ojos. Aún necesitaban llegar al hotel, darse una ducha y alistarse para la fiesta.

—Lo sé, lo sé —no pudo evitar cruzar los brazos sobre su pecho cuando Swift encendió el auto y regresaron a la carretera.

Sus inexplicables cambios de humor no habían desaparecido.




—No puedo creer que Jack se casó.

Taylor arrugó la nariz cuando un mesero pasó al lado de ellas. —Si, y no puedo creer que haya puesto ostiones en el menú.

Ambas estaban sentadas observando con atención a los invitados e ignorando que un montón de fanáticos estaban esperándolas fuera. Aparentemente, la dirección se había filtrado cuando alguien las fotografió en la entrada y ahora la privacidad de sus amigos estaba en riesgo.

Definitivamente se sentían como 'el elefante en la habitación', pero ninguna había comentando algo al respecto. Ya era suficientemente malo que hubiesen llegado dos horas tarde.

—No suenan tan mal —respondió su esposa encogiéndose de hombros—, de hecho, quiero comer uno ahora mismo.

Addison comenzó a rebotar el pie cuando «shut up and dance» comenzó a sonar. No pudo evitar recordar cuando bailaron esa misma canción en el departamento de Taylor, en New York. Recién habían comenzado a salir y aunque ya había pasado tiempo desde ese día, ella seguía sintiendo la misma emoción.

Mastermind || T. SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora