Hace muchos años, había una aldea dónde se relataba una hermosa historia de amor entre una doncella y un ninja.
Todos contaban que ellos tenían un amor divertido, un dulce romance.
Un mito que mostraba que todo era de color rosa en una relación, sin...
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El acoso siempre fue un tema delicado y aterrador para cualquier persona que le llegara a pasar, pero aguantar por años rogándole al cielo para que pare algún día, es demasiado y sobre todo para Garu quien siendo un niño no tuvo libertad para ser el mismo por el voto de silencio y también por ella.
Aún recordaba cuando fue abandonado en una noche fría de Diciembre, sin poder hablar, con cortadas exageradamente horrendas para un cuerpo de 12 años, parecía una masa sanguinolenta de un pequeño niño, fue entonces cuando ellos los rescataron. Le habían dicho después de despertarse que el estuvo muerto por media hora y vaya que eso lo aterró a un punto en que tenía ataques de pánico.
Lo único que lo calmaba era la comida que le servían, también observar la dinámica familiar que los tres adolescentes tenían entre ellos. Payaso, Shaman y Chief fueron las personas que iluminaron sus días desde que lo adoptaron como uno de los suyos, dándole el nombre de Garu. Antes tenía otro nombre, un nombre que realmente detestaba pero no podía realmente hacer algo al respecto.
Ellos lo introdujeron en el arte del kung-fu, una buena distracción para el voto de silencio y también del hecho que fué expulsado del clan de Tobe, con el tiempo se esmeró en ser un ninja y le agarró el gusto en tener este tipo de preparación, lo vió cómo un objetivo para recuperar el honor perdido hasta el punto de dejarse chantajear por un poco de este honor.
Pero como toda meta asegurada, habían piedras en el camino.
Pucca era una niña que consideraba insoportable, mimada y enojona. Antes era una chica parlanchina que lo molestaba con su cacareo incesante, ella lo seguía a todas partes y le daba una sonrisa que mostraba sus dientes gigantes, si que le daba miedo al punto en que se comportaba cortés o con educación, ella respondiera con una emoción que llegaba a un nirvana. Le pareció tan irreal con el trato que le daba, claro que su familia se alarmó al encontrarla en la habitación de Garu poniendo un radio para escucharlo dormir.