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Seokjin ahora estaba sentado en la cama con los brazos vendados luego de haber tenido un sueño reparador y hubiera sido perfecto de no ser, porque cuando se despertó, Namjoon estaba ahí sentado en un rincón de la habitación.

Era casi como si hubiera querido asustarlo o dar ese sentimiento de película de terror y debía aceptar que funcionó porque temía cómo abordarían la situación.

— ¿Te sientes mejor? —Seokjin realizó un movimiento de cabeza afirmando que sí. — ¿Quieres hablar de lo que sucedió? —El doncel asintió, luego negó.

Namjoon solo le dio una pequeña sonrisa cansada porque sabía que llegar a Seokjin sería difícil, más no imagino cuánto.

—Es complicado —fue todo lo que respondió en un susurro y bajando la mirada.

Namjoon se levantó de su asiento hasta llegar a la cama donde tomó asiento y con dos dedos levantó la barbilla de Seokjin hasta que quedaran cara a cara.

—Lo sé, pero tienes que saber que solo quiero ayudarte, quiero tu bienestar —Seokjin buscó en sus ojos la mentira y no la encontró. —Te amo, Seokjin, por si no ha quedado claro —Namjoon bajó la mirada de los ojos del doncel hasta sus labios.

Podía verse el deseo que tenía de besarlos aunque sea un solo toque, pero se contuvo y Seokjin internamente se sintió decepcionado por ello.

—Y no sé lo que siento —Namjoon solo le sonrió levemente, causando malestar en el doncel al pensar que le hacía daño al hombre frente a él.

Podía tener muchos defectos y de alguna manera siempre sacar lo peor de él, pero debía admitir que al final era un buen hombre y lastimarlo no era algo que deseaba, al menos no en ese momento.

—Eso es más de lo que esperaba —esta vez Namjoon rozó los labios del doncel.

Seokjin pudo decir sin dudas que solo ese roce de labios era mejor de lo que había tenido en ocasiones pasadas. Sentía el aliento de Namjoon sobre su boca porque este no se alejó demasiado, dándole espacio para que, si él quería, se alejara o lo besara.

Quería mentirse así mismo diciéndose que no, pero sabía en el fondo que era solo una vil mentira que se decía para no complicar más la situación porque deseaba esos besos.

No solo los besos, caricias suaves, toqueteos e incluso sexo. Deseaba a Namjoon Kim como nunca había deseado a nadie.

Ese hombre había logrado que cada célula de su cuerpo quisiera estar sobre él y era ridículo, incluso casi poético, que con solo una mirada podía sentir su cuerpo responderle y no decir ahora.

Estaban tan cerca que sus alientos se mezclaban tan suavemente que casi se podían tocar. Ese pensamiento envió una corriente eléctrica por su columna vertebral y entonces se rindió completamente ante el hombre que tenía frente a él.

Choco sus labios con los de Namjoon y se sintió tan bien, liberador que gimió cuando sintió el toque. Fue magnifico, sublime e incluso paradisiaco.

No sabía cómo había vivido sin saborear la vida de los labios de Namjoon, su calor, su sabor por los dioses, estaba besando a su hombre. Si eso era lo que Namjoon era de él, su hombre, suyo, suyo completamente.

Se había decidido. Viviría por probar el dulce elixir de esos labios y moriría porque lo besara como lo hacía en esos instantes.

Un beso sublime que logró hacer que todo su cuerpo palpitara y cediera en preciosas corrientes cuando me uso su lengua para abrirse paso dentro de su boca.

Gimió cuando eso sucedió, pero no importaba porque tenía a su hombre devorándole la boca y barriendo cada centímetro de ella con su lengua. Estaba consciente de que no debía emocionarse con un simple beso.

Un Kim (Namjin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora