𝐍𝐀𝐓𝐇𝐀𝐍𝐈𝐄𝐋 - 𝐑

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┏━━━━━୨♡୧━━━━━┓ɴᴀᴛʜᴀɴɪᴇʟ ᴍᴇʏᴇʀ┗━━━━━୨♡୧━━━━━┛

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ɴᴀᴛʜᴀɴɪᴇʟ ᴍᴇʏᴇʀ
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Era la segunda vez que escuchaba su llanto esta noche. Volví a cerrar los ojos dejando salir un suspiro; estaba justo a mi lado en la cama rodeada de almohadas; no tuve más remedio que traerla conmigo y dormirla aquí al ver que Elaine casi pierde la cabeza intentando hacer que parara de llorar; no estaba teniendo la paciencia requerida y, eso me preocupaba un poco.

Yo no era un experto con los bebes, pero, de alguna manera lograba hacer que parara de llorar.

Me incorporé sobre la cama y removí las almohadas para tomarla en brazos, mecerlas por unos segundos provocó que su leve llanto cesara. Su tamaño aun es diminuto, apenas ayer había cumplido un mes de nacida; y debo admitir que ha sido, y sigue siendo la tarea más difícil que he enfrentado.

Una vez se calmó la regresé en donde estaba, yo por otro lado me recosté desviando la mirada hacia el reloj que descansaba en la mesita de noche. Ya no recordaba la última vez que pude descansar.

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—No logro hacer que se tome la leche... ¿por qué debe hacerlo tan difícil?

—Tal vez porque debes encontrar el ángulo adecuado para ella esté cómoda.

—La he puesto de miles de maneras.

El llanto repentino de Nathaly causo que apartara la mirada de la laptop; me levanté y me acerque para tomarla y hacerlo por mi cuenta. Estaba agotado tanto física y mentalmente, las únicas fuerzas y paciencia que guardaba era para mi hija, y trataba de no desperdiciarla con Elaine.

Debía alimentarla más de lo normal porque la formula no la sostenían tanto tiempo; he tratado hacer que Elaine entre en razón y se ofrezca a darle la leche materna, pero esta renuente a hacerlo.

—No sé cómo lo haces.

—No es tan difícil, solo debes de tener paciencia y comprenderla. Pero tienes que aprender, Ela, en pocas semanas regresaré a la oficina y no estaré aquí.

—Creo que no le agrado.

—¿Cómo no le vas a agradar? Eres su madre.

—Pero siempre llora conmigo, en cambio contigo es diferente, siempre está tranquila y serena.

Eso se debía a la poca paciencia que tenía, pero no significaba que no le agrade.

Una vez acabó, unas palmaditas en la espalda y quedó rendida en su cuna. Fui por los documentos que había dejado sobre la mesa y regresé al sofá para acabar de leerlos, regresaba a la oficina dentro y de poco y trataba de poner varias cosas en orden. No quería dejarle todo el trabajo a Jazmín.

Lujuria [Libro 1 & 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora