┏━━━━୨♡୧━━━━┓
ʏᴏ ᴛᴇ ᴄʀᴇᴏ ᴀ ᴛɪ
┗━━━━୨♡୧━━━━┛
ɴᴀᴛʜᴀɴɪᴇʟ ᴍᴇʏᴇʀDormir era una tarea que estaba resultando difícil, quizás se debía a su presencia, usualmente dormía muy poco cuando tenía visitas, desde pequeño me ha costado adaptarme a esos cambios pasajeros.
Volví a ver la hora, solo para darme cuenta de que únicamente han pasado quince minutos desde la última vez que vi, pude caer dormido a las tres de la madrugada, pero llegué a abrir los ojos a las seis con veinte de la mañana, y ya no pude volver a dormir.
No he parado de darle vueltas al asunto pendiente que debía de hablar con ella, he intentado buscar alguna razón lógica en mi cabeza, pero honestamente, me costaba mucho visualizarla haciendo algo de esa magnitud.
Cerré mis ojos un segundo, pero los abrir al instante en que escuché ruido no muy lejos, lo que me hacía cuestionarme en si ya se había despertado. Baje del sofá y tome camino por el pasillo que daba hacia la sala de estar y la cocina... Y era lo que había pensado.
Con cada paso pude verla más cerca, abriendo la puerta que daba hacia la terraza.
— ¿Explorando?
Se sobresalto, rápidamente se tornó en mi dirección, la expresión confusa y... ¿avergonzada? Estaba muy marcada en su rostro, y podía imaginar porque, debía de estar muy intrigada, no estaba consciente cuando la traje mi lugar.
— Señor Meyer... — Murmuro en un tono de voz muy leve. Se escuchaba diferente, la tonalidad de su voz era más suave, se escuchaba delicada, nada parecido a cuando estábamos en la oficina, o en lugares de trabajo... O en ningún otro lado, sinceramente no la había escuchado hablar así antes.
Le indique seguirme hacia la cocina.
— No tengo idea de cómo llegue aquí, señor.
Me gustaba esa voz, me hacía querer escucharla todo el tiempo.
— ¿Quiere saber?
— Honestamente sí, no tengo ningún recuerdo después de haber subido al avión.
— Eso es porque estuvo dormida todo el tiempo, señorita Dubois.
El silencio se pronunció de su parte, le permití que se imaginara toda la escena mientras me ocupaba de preparar el café, suponía que eso la relajaría, conocía a Darcy lo suficiente como para saber que en el momento en que le diga lo que se me han dicho a mí, se alterara.
— Pudo haberme despertado.
Como si no lo hubiese intentado.
— Nunca en mi vida he conocido a alguien con el sueño tan profundo, señorita Dubois.
— Son las pastillas — murmuro apenada. — Lo siento mucho, señor, no era mi intención causarle inconvenientes, no se repetirá.
Para nada, usualmente, de tratarse de otra persona, lo más probable es que si me hubiese molestado, sin embargo, no lo estaba, de hecho, no me importaba para nada.
ESTÁS LEYENDO
Lujuria [Libro 1 & 2]
RomanceUna apuesta... ¿Seducir a tu jefe? ¿Qué podría salir mal?