Gardenias

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Checo llegó a la mansión Verstappen el día siguiente, más feliz y dispuesto que nunca con un ramo de crisantemos rojos en sus manos. Sergio no plantaba crisantemos en el jardín de la mansión, pero sí lo hacía en la banqueta pública de su departamento, así que había cortado algunas flores para hacer su ramo. Todo el trayecto a la mansión las vio con tanta satisfacción de que fueran perfectas visualmente, solo quería dárselas a Max y ver su reacción.

En la mansión fue directo a la oficina de Max, él estaba sentado trabajando en su escritorio. Checo había notado que las veces en las que no iba a la oficina, Max tampoco lo hacía. Toco la puerta y se asomó para encontrarse con un sonriente Max.

-Checo, buenos días.- salió disparado a abrazarlo y darle un beso casto en los labios.

-Hola, Maxie.- dijo entre risas.- Te traje un regalito.- le mostró el ramo de crisantemos, los ojos de Max brillaban ante el hermoso ramo de flores.

-Checo, estas flores son tan... Bonitas.- lo abrazo cariñosamente de nuevo.- Muchas gracias, las usaré mañana en la oficina.

-Oh, n-no hay de qué.- el castaño se sonrojó.- Bueno, yo me voy, tengo que ir al jardín, hoy voy a intentar plantar algunos tomates.

-Tal vez te acompañe en un rato, he estado hablando con unos abogados e investigadores privados, ya sabes, por lo que te conté...

-Entonces te dejo para que acabes, suena muy importante.- Checo se despidió tímidamente y salió de su oficina.

Cuando salió de su oficina, había algunas mucamas que lo veían con desprecio y desaprobación. Sergio trago grueso, pues el ambiente de repente se había vuelto mucho más áspero y oscuro, podía sentir a esas mucamas reírse de él. Checo siempre había tenido buena relación con el personal de la mansión, pero desde que empezó a tener cada vez más interacciones con Max, todos esos que había creído llevarse bien, realmente no lo hacía, era un poco decepcionante. Claro que siempre estaban Carlos, Pierre, Yuki y Carola, pero no evitaba el hecho de que se sentía despreciado por el resto, que al final de cuentas eran la mayoría.

Aun así desde que empezó a trabajar en la mansión, había llegado a pensar que el resto se sentía superior a él, al final de cuentas era solo el jardinero, y "jerárquicamente" estaba debajo de todos, incluso su sueldo era el más bajo, pero bueno, desde que conoció a Max, el rubio se había encargado de alguna forma, de que tuviera el mismo sueldo que Carlos. Eso no lo sabía nadie, o bueno, se suponía que no, tal vez por eso ahora todos se mostraban rencorosos con él. Bola de envidiosos.

Llevaba toda la mañana trabajando en sus tomates, era un proyecto nuevo que tenía en mente, normalmente en la mansión solo plantaba flores y arbustos, pero pensó que sería buena idea cosechar los vegetales y frutas que se cocinarían en la mansión. Lo había hablado con Yuki y le pareció una excelente idea, pero claro, esos tomates tardarían en crecer, y tendría que plantar una gran variedad de vegetales para no tener una escasez de alimentos en algún momento.

Ya era la tarde y apenas estaba por terminar, era demasiado trabajo, y cuando sentía que ya no podía más, Max llego con él vistiendo unas botas y guantes de jardinería. El pequeño corazón de Checo latía con tanta fuerza y dedicación que simplemente parecía que iba a explotar de felicidad.

-No tenías por qué ayudarme.- le dijo en un intento fallido de ocultar su sonrisa.

-¿Por qué no? Es mi jardín y quiero estar contigo.- se acercó a tomarlo por la cintura y besar su frente.- Ahora, dime que tengo que hacer.- Sergio lo miraba con una gran sonrisa.

-Si, bueno, necesito que hagas pequeños agujeros, del tamaño de tu puño o menos, y luego poner unas cuantas semillas, tú encárgate de eso y yo las iré tapando con tierra.

Entre Flores y FortunasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora