Sakura

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El recinto del lugar era hermoso, en uno de los montes más altos y verdes de todo Mónaco, la mansión imperial que ahora se convertía en un salón de eventos tenía vista al muelle y todo el país. Ese recinto era popularmente usado para celebrar el eterno matrimonio y ¿por qué no celebrar la boda de Charles y Carlos ahí? Obviamente por los gustos excéntricos del monegasco, debía de tener la boda más imperial del país, pues por fin se iba a casar con el amor de su vida.

Después de una propuesta de matrimonio un tanto acelerado por todo lo que estaba pasando en la compañía, por fin el español había tenido el valor de proponérsele a Charles. Este siempre supo que Carlos se le iba a proponer, sabía que estaba esperando para el momento perfecto, pero como Charles veía el panorama, el momento perfecto nunca iba a llegar, así que llego a un extremo.

Tuvo que adrede dejar la puerta de su habitación medio abierta mientras Carlos estaba sentado en la sala, cuando fue a hablar con Checo por teléfono, subió el volumen de su voz, casi gritando para asegurarse de que su novio lo escuchara bien y claro.

"Ay, Checo, la verdad es que no sé cuando Carlos se me proponga, a este paso creo que ya no quiere estar conmigo, ¿no lo crees? Ya lo hubiera hecho si no."

Incrédulo, Carlos creía que estaba escuchando una conversación genuina y para nada planeada. Ese fue el pequeño empujoncito que necesito para tomar el valor, ya que esa misma noche después de cenar se le propuso.

La noticia se dio a conocer al día siguiente y semanas después anunciaron que su boda seria en tres meses, para que tuvieran tiempo de planear y todo. La verdad es que Charles, mientras estuvo esperando a que Carlos se le propusiera, tuvo todo el tiempo para planear su futura boda, solo necesitaba la confirmación de Carlos para reservar todo, pero de que ya tenía todo planeado, ya tenía todo planeado.

Y ahí estaban ahora, en el hermoso recinto de los sueños del monegasco. Los adornos y las flores habían sido resultado del apoyo de Checo, pues se había encargado de hacer todo eso, y había dejado el lugar impecable, con unas flores tan vivas y relucientes que la gente en varias veces se preguntó que si eran falsas.

Los novios vestían unos bellísimos trajes blancos a juego, y ambos lucían un ramillete de flores, que, obviamente también habían sido creación de Checo. Por otro lado, Max y Checo también iban vestidos a juego, un poco más discretos para no quitarle atención a los novios.

El ambiente estaba cargado de emoción. El cielo despejado dejaba que los rayos del sol bañaran el recinto con una luz cálida, mientras una suave brisa acariciaba los rostros de los invitados. La ceremonia estaba a punto de comenzar, y todos los ojos estaban puestos en los dos hombres que, dentro de pocos minutos, se convertirían en marido y marido.

La música comenzó a sonar, suave y melodiosa, mientras Charles y Carlos caminaban hacia el altar, tomados de la mano. Sus sonrisas eran tan amplias y brillantes como el día que los rodeaba, y sus ojos no podían apartarse el uno del otro. Cada paso que daban estaba lleno de significado, representando el camino que habían recorrido juntos, superando desafíos y creciendo como pareja.

Cuando llegaron al altar, el oficiante les sonrió, dándoles una mirada de aprobación antes de comenzar la ceremonia.

-Estamos aquí reunidos hoy para celebrar el amor de Charles y Carlos, un amor que ha resistido la prueba del tiempo, que ha crecido y florecido en medio de desafíos, y que hoy, finalmente, se consagra en matrimonio.

Las palabras resonaron en el aire, envolviendo a los invitados en un manto de emoción. Max, de pie junto a Checo, observaba a sus amigos con orgullo y felicidad. No pudo evitar apretar suavemente la mano de Checo, quien le devolvió el gesto con una sonrisa cálida. A su lado, Checo tenía los ojos brillantes, emocionado por estar presente en ese momento tan especial para dos personas a quienes tanto quería.

Entre Flores y FortunasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora