Alhelíes

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-¿Lo conoces?- preguntó Charles a Lando, quien estaba perdido mientras veía a Daniel.- ¿Lando?

-¿Eh? ¿Qué?- contestó con disgusto mientras lo seguía viendo.- Creo que lo he visto en alguna fiesta, pero no recuerdo bien.- Charles asintió con un mal presentimiento y siguió llevando a Norris a la oficina de Max.

Esperaron unos minutos hasta que el jefe llegara, fue un poco incómodo para Charles, pues Norris estaba cabizbajo como un perrito regañado. Cuando Max entró a la oficina, la cara que puso no fue para nada agradable, es más, parecía que lo iba a matar de la forma más dolorosa posible.

-¿Qué le hiciste?- susurró Charles de forma que Max no oyera.- Te está viendo como si acabarás de matar a su perro.

-¡Te juro que no hice nada!- susurró igualmente.

-Charles, regresa a trabajar, tengo que hablar con Norris sobre unos asuntos.- dijo con la voz más falsamente alegre que pudo hacer, haciendo que a ambos chicos enfrente de él se les erizará la piel.- Bien.

-¿Pasa algo señor Verstappen?- Lando preguntó inocentemente.

-Oh, ¿Qué si pasa algo?- preguntó incrédulo.- Si, Norris, si pasa "algo".- enfatizó agresivamente.- Veras, te voy a contar una historia.

Max se apoyó contra el escritorio, cruzando los brazos mientras miraba directamente a Lando con una intensidad que casi hacía temblar al aire. Lando se removió incómodo en su silla, claramente afectado por la atmósfera que Max había creado en la habitación.

-Imagina que tienes un jardín.- comenzó Max, su tono tan calmado que contrastaba con la dureza de su mirada.- Un jardín que has cuidado con pasión y dedicación durante años. Lo has regado, podado, y protegido de las plagas. Es tu orgullo, tu alegría.- Lando asintió lentamente, tratando de seguir la metáfora mientras el corazón le latía con fuerza.- Ahora, imagina que un día.- continuó Max.- Llega alguien y, sin ninguna consideración, empieza a pisotear tus flores. A arrancarlas, a dañar el trabajo de años en un instante. ¿Cómo te sentirías?

El silencio se hizo más pesado mientras Lando tragaba saliva, su mente dibujando la imagen vívida que Max describía.

-Yo... estaría furioso.- respondió finalmente, la voz temblorosa.

-Exacto.- dijo Max, asintiendo con la cabeza.- Y harías todo lo posible para proteger ese jardín, ¿verdad? Para asegurarte de que nunca más volviera a ser dañado.

-Sí, claro que sí.- murmuró Lando, comenzando a entender a dónde quería llegar Max.

-Bien.- dijo Max, inclinándose hacia adelante para enfatizar sus palabras.- Sergio es mi jardín. He invertido tiempo, amor, y protección en él. No toleraré que nadie, y repito, nadie, cause daño a lo que tanto he cuidado.

Lando sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal. La amenaza velada estaba clara y no necesitaba más explicaciones.

-Si vuelvo a notar.- Max continuó, su voz baja, pero llena de un veneno controlado.- Que intentas 'pisotear' mi jardín... Bueno, confío en que puedes imaginar las consecuencias. No serán agradables.

Lando asintió rápidamente, demasiado asustado para decir algo más. Max sostuvo su mirada un momento más, asegurándose de que su mensaje había sido entendido, antes de enderezarse y suavizar su expresión.

-Espero que disfrutes de tu estancia en la compañía, Lando. Y recuerda, el respeto es crucial.- concluyó Max con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.- Ahora deja en paz a Charles y ve a molestar a Daniel, ¿o qué sé yo?

Lando salió de la oficina sintiendo el peso de la advertencia de Max sobre sus hombros. Nunca había entendido completamente el poder y la protección que alguien podía ejercer hasta ese momento. Mientras caminaba de regreso a su propio espacio, sabía una cosa con certeza: no quería estar en el lado malo de Max Verstappen.

Entre Flores y FortunasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora