Narcisos

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Después de una semana, Max había decidió llevar a Checo de nuevo a la oficina, inicialmente porque el mexicano le había insistido todos los días en ir. Obviamente el más emocionado al respecto era Carlos, pues eso solo significaba una cosa.

Pero dejando eso a un lado por un rato, toda la semana que checo se quedó en casa, había sido suficiente para que por fin terminara de acoplarse a la mansión. Ya no se sentía solo, o incómodo al estar cerca de los empleados, incluso ya no le daba pena pedir por cosas. Las empleadas que se habían metido alguna vez con el ahora no se atrevían ni verlo a los ojos, cada vez que se cruzaban con checo, estas bajaban la cabeza en forma de respeto.

Puede ser que Checo alguna vez fue un jardinero humilde, pero ahora el señor de la casa, y pobre aquel que se atreviera a decir lo contrario.

-¿Amor ya terminaste el desayuno?- preguntó Max dándole un beso en la mejilla.- Ya casi nos tenemos que ir.

-Voy.- contestó molesto porque lo andaban apurando.- Tengo que disfrutar las tostadas que hizo Yuki para mí.- Max rodó los ojos divertido.- No a todos les gusta desayunar una triste manzana, Maxie.- Carlos estalló en risas.

-Lo siento, mi amor, todavía queda un poco de tiempo, no te apures.- miró su reloj nervioso, los días que Checo despertaba de malas lo ponían muy angustiado.

-Go-ber-na-do.- le susurró divertido Carlos, haciendo que ganara una mirada de odio por parte de Max.

-Carlos, ve sacando el coche y espéranos en la entrada de la casa.- le ordeno molesto.

-Como gustes, jefe.- se paró como soldado y salió de ahí aun riendo por su amigo.

Carlos manejó todo el camino como de costumbre, y Max junto con Checo a los asientos de atrás. Sergio se la paso enseñadole fotos de flores a Max en su teléfono, el mexicano estaba emocionado cada vez que pasaba la foto para decirle el nombre de la flor y contarle de sus planes para plantarlas en el jardín. Pero lo único que Max podía pensar, era en el teléfono viejo que tenía su novio, apuntó mentalmente que le regalaría un teléfono nuevo para el final del día.

-¿Max?- el rubio estaba en la cuarta dimensión.- ¡¿Max?!

-¡Ay!- sacudió la cabeza.- Mi amor, perdón, me distraje, ¿qué decías?

-Te estaba diciendo, ¿me dejarías organizar un concurso de jardines?- al rubio se le iluminó el rostro.

-Claro que si, mi amor, solo dime lo que tengo que hacer.- se acercó para darle un abrazo y asfixiarlo en besos.

-Checo, ¿vas a organizar un concurso de jardines porque sabes que tu jardín va a ganar, verdad?- Carlos dijo burlón desde el asiento de enfrente, viendo por el retrovisor como Sergio se sonrojaba.

-Pues sí, Carlos, Checo tiene el jardín más hermoso de todos, claro que lo va a presumir como se debe.- el mexicano volteó a ver con amor a Max.

-Dios, son tan cursis.- Carlos rodó los ojos.

Llegaron a la oficina y Carlos los dejo en la entrada, estaciono el coche el lote preferencial para el jefe, así que tuvo que entrar desde el sótano a las oficinas, cosa que le daba ventaja, ya que los elevadores lo dejaban justo en frente de la oficina de Charles. El español llevaba tiempo buscando anillos de compromiso, y por fin había dado con el adecuado, ahora solo estaba esperando al momento perfecto para pedirle matrimonio. Pero a pesar de los esfuerzos sobrehumanos de Carlos para ocultar que había estado buscando anillos, Charles había llegado a sospechar un poco.

-¿Cómo dormirse hoy?- preguntó el español, dándole un beso casto de saludo.

-Bien, pero hubiera dormido mejor si hubiera sido a tu lado.- Carlos sintió que había una doble intención en sus palabras.- Sueño con el día en que tengamos nuestra propia casa.- estaba actuando muy misterioso.- ¿Ya hablaste con Max? No te puede retenerte en su casa toda la vida.

Entre Flores y FortunasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora