23: La llamada

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"La primera vez que me engañes, será culpa tuya; la segunda vez, la culpa será mía." (Proverbio árabe).


"No hablas enserio ¿o sí?" repitió Aedan por tercera vez, incrédulo, negando con la cabeza.

Warrehn se limitó a mirarlo fijamente, su mirada era tan intensa que se sentía casi como un toque físico. "De hecho sí, hablo muy enserio. Si lo haces borraré la fotografía y será como si nunca hubiera pasado nada."

Aedan se dio la vuelta incapaz de sostenerle la mirada por más tiempo. Miro alrededor de la habitación desconocida con nerviosismo, su mente dando vueltas. "No me gusta que me interrumpan cuando estoy en medio de algo, terminemos lo que empezamos esta mañana, y dejaré pasar el asunto." fue lo que dijo Warrehn tan pronto él llegó. Aedan aún no podía digerir que realmente le haya pedido eso. Básicamente le estaba chantajeando para que él se .... se ... joder, ni siquiera se atrevía a mencionarlo en sus pensamientos.   

"Claro que también tienes otra opción." susurró de pronto la voz de Warrehn demasiado cerca, Aedan se alejó sobresaltado, llevándose una mano a la oreja. "Podrías salir por esa puerta y regresar a tu palacio, claro está que yo le haría llegar la fotografía a tu querido novio, y tú tendrías que darle las debidas explicaciones, pero, ¿qué problema supondría eso?, ya que tú tienes la conciencia tranquila ¿verdad? no me estabas metiendo la lengua en la garganta en el baño del restaurant mientras tenías una cita con él y..."

"¡Es suficiente!" exclamó Aedan incapaz de se seguir escuchando a Warrehn relatar los hechos y pinchar su ya culpable conciencia. "Ya entendí tu punto."

"¿Y bien, qué dices? No tengo toda la noche para esperar." dijo Warrehn levantando la barbilla de modo arrogante. "Si te vas a ir, vete ya. Y si te vas a quedar, empieza a desnudarte." 

Aedan apretó las manos en puños y sintió que le ardían los ojos, nunca se había sentido tan humillado. Realmente debió estar loco esta mañana cuando le correspondió a este bastardo. 

☆☆☆☆

Räeesar terminó una videoconferencia y se recostó en su asiento. Suspiró, llevándose una mano al puente de su nariz,  se sentía exhausto después de pasar toda la tarde lidiando con números y contratos comerciales. La foto en su escritorio captó su atención, la miró fijamente perdiéndose en sus pensamientos. En el portarretrato color camel se encontraba una fotografía de dos jóvenes, vestidos con uniforme escolar, sus rostros vivaces  y su sonrisa despreocupada mientras miraban a la cámara, un hermoso campus a sus espaldas. 

El Aedan de aquellos tiempos era realmente brillante comparado con el actual, pero Räeesar sabía bien que había causado ese cambio, a veces deseaba volver el tiempo atrás y nunca haberle confesado sus sentimientos, después de aquella confesión, Aedan nunca más había vuelto a sonreír como en esa fotografía. A partir de ese momento, se volvió más reservado y cauteloso, incluso empezó a evitarlo, aunque Aedan trataba de negarlo. Pero aún así él no se dió por vencido, pensó que si se mantenía constante a su lado, le demostraría la veracidad de sus intenciones e incluso llegó a pensar, ingenuamente, que con el tiempo lograría hacerse un lugar en el corazón de Aedan.

Pero por más que tratara de engañarse, el paso del tiempo se encargó de demostrarle la realidad, y esta era que Aedan no había cambiado, incluso cuando aceptó salir con él lo seguía considerando como un amigo y seguía comportándose reservado y cauteloso a su alrededor, incluso se veía incomodo muchas veces, como si estuviera bajo una situación estresante para él. A Räeesar le dolía el corazón verlo así, pero seguía neciamente hacia adelante, atándose voluntariamente la venda en los ojos y fingiendo no ver la realidad. 

Le había dicho a Aedan hace un tiempo que no le importaba que lo viera solo como un amigo, que el amor es algo que se construye pero, ahora ya no estaba tan seguro de eso. No te mereces estar con alguien que no corresponde tus sentimientos. Mereces un amor real y genuino. Recordó lo que Aedan le había dicho esa vez. 

Räeesar no creía en el amor a primera vista, para él eso es solo atracción física. Él creía que el amor era algo que se construía poco a poco con el paso del tiempo, que los sentimientos eran como una planta, que crecerían lentamente con los cuidados adecuados. Pero ya habían pasado 7 años desde que declaró sus intenciones a Aedan, y pese a todos sus esfuerzos por crear momentos memorables entre ellos, nada. No había ningún progreso. Eso estaba bien, Räeesar había llegado a aceptarlo o al menos eso pensó, pero cuando vio la forma en que Aedan miraba al Rey Warrehn, su ex compañero de unión, cuando sucedió aquel accidente en el 9no Clan, no pudo evitar preguntarse si lo miraría de la misma forma, extremadamente ansioso y preocupado, si fuera él el que estuviera en el lugar del Rey Warrehn. 

Räeesar era una persona muy paciente y cauta, pero no se había perdido las interacciones entre Aedan y Warrehn, cuando los encontró en el 6to palacio, a Aedan cuidándolo con tanto esmero cuando el Rey Warrehn resultó herido, fue la gota que colmo el vaso, no pudo quedarse callado y le pidió a Aedan comprensión. Aedan se había disculpado y entendido, pero Räeesar seguía sintiéndose intranquilo. Creía que era capaz de estar con Aedan a pesar de que este no le correspondiera pero, observar en primera persona como tu pareja mira a otro como nunca te ha mirado a ti era más difícil de lo que pensaba. Pero lo que más intranquilo lo tenía era otra pregunta: ¿él miraba a Aedan como el Rey Warrehn lo miraba? ¿de esa manera tan arrolladora y ardiente? Él quería a Aedan pero nunca lo había mirado de esa forma, hasta hace poco tiempo pensó que era normal pero... ¿tal ves lo que sentía por Aedan no era amor?

Siempre había pensado que la forma en que describían el amor aquellas novelas de mala calidad que leía su hermana era pura ficción, pero de repente se encontró cuestionándose aquello. ¿Por qué te gusta él, en primer lugar? le había preguntado su hermana en una ocasión. Porque es mi amigo, y me gusta estar con él, había respondido después de pensarlo por un momento y no encontrar otra respuesta en su cabeza.  La expresión de su hermana había cambiado de curiosidad a terneza. 

"No estás enamorado, hermanito, ¿has considerado que tal vez solo lo quieres como amigo muy valioso en tu corazón?"

"Pero el primer paso para consolidar una buena relación es ser buenos amigos, los sentimientos se cultivan con el tiempo, como..."

"Como una planta, lo se. Lo has repetido cientos de veces." su hermana había terminado de decir por él mientras ponía los ojos en blanco. "Eso es cierto, pero recuerda que una planta no crece de la nada, se necesita una semilla primero. Esa chispa electrificante que sientes cuando cruzas tu mirada con alguien por primera vez, y sabes que quieres verlo de nuevo, sin importar lógica ni razones."

Räeesar había tomado como una broma las palabras de su hermana, y había seguido adelante con su relación con Aedan, sin sentir la "chispa electrificante", ¿realmente nunca había existido una semilla? 

Räeesar frunció el ceño confundido y decidió marcar a Aedan, escucharlo aliviaría todas sus incertidumbres seguramente, era un hombre práctico y resuelto, se iba a casar con un príncipe de Calluvia, su amigo de prácticamente toda la vida, no necesitaba nada más. El deseo no era imprescindible para que una buena relación funcionara, habían cosas más importantes. Se repetía eso como un mantra mientras sonaba el comunicador. 

El tono sonó un largo rato, y justo cuando pensó que Aedan no iba a contestar, la llamada se conectó. El rostro de Räeesar cambió cuando se escucharon claramente gemidos y respiraciones agitadas del otro lado de la línea. 

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