Epílogo

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"La boda del rey del sexto gran clan Aedan 'ngh' Waari con el príncipe Warrehn 'ngh' Zaver, ex rey del quinto gran clan fue muy aclamada y polémica. Mucho dio de que hablar que los antiguos prometidos que una vez rompieron su vínculo, finalmente terminaran casándose en posiciones totalmente invertidas, pues al principio se suponía que Aedan 'ngh' Waari era quien sería rey consorte, posición que ahora pertenecía a Warrehn 'ngh' Zaver.

Pese a todas las diversas críticas y comentarios, había una cosa que no se podía discutir, y esa era la innegable mirada enamorada en los ojos de los felices novios, cuyas sonrisas brillaban más que cualquier joya.

El rey del quinto gran clan, Samir 'ngh' Lavette junto con su esposo Naro y su pequeña hija, la adorable princesa Adhara, fueron invitados de honor en la ceremonia, pues como es ampliamente conocido, las nobles parejas comparten una amistad de larga data.

Y hablando de amistades largas, hubo un personaje muy reconocido que también se hizo presente en la boda. Estamos hablando de nada más y nada menos que el guapísimo Rey del Planeta Zicur, Räeesar Rivönii Di Räiseel, ex pareja y amigo cercano de uno de los novios.

Muchos pensarían que sería algo incomodo invitar a ex parejas a tu boda, pero al parecer este no es el caso del rey Aedan, quien se mostró muy feliz y dichoso de tener a su lado a su ex novio..."

Räeesar dejo de leer y miró las fotografías adjuntas en el artículo de este periódico de chismes calluvianos o algo así, y negó con la cabeza. Habían elegido fotografías donde salían expresamente él y Aedan solos, cuando se tomaron muchísimas más grupales. Y para colmo, la mayoría eran tomadas de su lado menos fotogénico, que desgracia. "No entiendo porque todos los clanes no se juntan en protesta y hacen cerrar este periódico. Es obvio que todo lo que dicen tiene un significado oculto subyacente." Murmuró para sí mismo.

Entonces llegó un nuevo mensaje y Räeesar casi deja caer su tablet. Lo abrió de inmediato. Era de un número desconocido y solo decía un lugar y una hora. Una hora jodidamente cercana y un lugar jodidamente lejos. Räeesar tomó lo primero que encontró en su armario, se cambió y salió a toda prisa.

...

Una hora después, sentado en una oscura taberna, Räeesar se sentía muy fuera de lugar

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Una hora después, sentado en una oscura taberna, Räeesar se sentía muy fuera de lugar. Sobraba decir que esta era la primera vez en su vida que visitaba un lugar como este, pero no podía darse el lujo de ser exigente, había tomado mucho trabajo y esfuerzo llegar hasta aquí.

Mirando la hora en su comunicador discretamente Räeesar empezó a preguntarse si se habría equivocado de lugar. Ya eran las tres menos cuarto, pero nadie aparecía. 

Suspirando se puso de pie para marcharse, al parecer había sido timado una vez más. No era nada nuevo, llevaba meses intentando contactar con esta organización sin  éxito.

Entonces una persona se sentó en el asiento frente a él con una velocidad impresionante. Cruzó sus largas y esbeltas piernas y colocó sus botas ajustadas encima de la mesa sin ceremonias.

Los dorados ojos felinos miraron a Räeesar con sagacidad. "Vaya, vaya, miren a quién tenemos aquí. ¿Quién diría que el Rey de Zicur se rebajaría tanto para querer contratar los servicios de unos piratas?"

Räeesar miró con asombro a la persona frente a él, observando con detenimiento cada detalle. Syren lucía igual de lo que recordaba, no había cambiado en absolutamente nada, incluso su feroz forma de expresarse seguía siendo la misma.

"¿Qué? ¿Por qué me miras así y no dices nada? ¿Te volviste aún más tonto de lo que ya eras en estos dos años o qué?" Al ver que Räeesar se había quedado ahí parado como petrificado y lo miraba fijamente sin decir nada, Syren se sintió algo cohibido. Obviamente nunca iba a admitirlo, así que decidió atacar con más burlas maliciosas.

Räeesar sonrió y volvió a sentarse lentamente en el lugar que había dejado hace unos momentos.

"Hola a ti también, Syren. Me da mucho gusto verte."

A Syren le puso los pelos de punta ese tono de voz y esas suaves y amigables palabras. Desvió la mirada y se aclaró la garganta. "Y bien, escuché que querías contratar nuestros servicios. Dio la casualidad que justo estaba desocupado y pase para mirar." Syren miró las largas y afiladas uñas de sus manos mientras decía lo más casualmente posible, omitiendo claro, que prácticamente había luchado con otros miembros de la organización por hacerse cargo de este posible trabajo. "Por lo que me enteré, estás buscando a alguien y quieres contratarnos para que te ayudemos a encontrarlo. Dime, Rey Räeesar ¿a quién estás buscando con tanto esmero, que hasta recurriste a la organización que una vez te secuestro? Lo cual es bastante irónico si me preguntas." Syren se inclinó más cerca y preguntó con una sonrisa malvada "¿No tienes miedo de que volvamos a secuestrarte?"

Räeesar devolvió la sonrisa. "La verdad es que no."

Syren lo miró como si estuviera viendo a un completo idiota. "Bueno, ¿y quién es? ¿a quién quieres encontrar?" volvió a preguntar, su tono todo negocios, tratando de disimular lo mejor que podía la curiosidad que lo había estado carcomiendo desde que se enteró.

"Ya lo encontré." Dijo Räeesar.

"¿Qué?" Syren frunció el ceño

"Dije: que ya te encontré Syren."

Räeesar pronunció cada palabra lenta y firmemente, una brillante sonrisa extendiéndose en su hermoso rostro al ver la expresión atónita de Syren. Su boca entreabierta y sus ojos genuinamente sorprendidos, esta era la primera vez que Räeesar dejaba a Syren Ricnon sin palabras, pero no sería la última, pues su historia apenas comenzaba.   

   

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Muchas gracias a todas las personas que llegaron hasta aquí por acompañarme en este viaje. (~ ̄▽ ̄)~ 

PD: ¿A qué Syren es un papucho? Su cara parece tallada por los mismos ángeles  kyaaa!!! 🙈🙈🙊😳

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