Hace mucho tiempo el diablo convenció a Dios para que una vez cada 1000 años le enviara a uno de sus ángeles. Prometiendo que si una de esas divinas criaturas descendía al infierno, él dejaría libre las almas de 1000 hombres pecadores, liberándolos...
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El tiempo pareció encerrarlos en una cápsula hermética donde nada ni nadie les importunaría. Su alrededor se convirtió en una cortina de humo llena del aroma a flores infernales, tan dulce, tan embriagante, tan de ellos, podían sentirse los propios dueños de su propia creación, siendo el mismo Diablo el artífice de tan bella condena.
Yoongi besó de manera profunda los labios del ángel que parecía derretirse entre sus garras, jadeando por aire, mareado entre la falta de aire y el exceso de placer del cual estaba siendo víctima. El fuego del infierno se quedaba corto ante la ebullición que estaba ocasionaban la mano del demonio en las curvas delineadas de la figura de Jimin.
Las garras del demonio le rasgaron las vestiduras dejando trozos de tela cubriendo
apenas su cuerpo, la vista majestuosa del ángel le hizo estremecer de gusto a Yoongi quien sin esperar más pasó sus manos por toda esa piel blanquecina, tan desprovista de cicatrices, completamente contraria de la propia que poseía heridas profundas las cuales cada cierto tiempo se abrían, haciendo doler su interior.
- Eres verdaderamente majestuoso - murmuró apenas, mientras pasaba su lengua bífida por el pecho del ángel quien jadeó, arqueando la espalda en respuesta al estímulo húmedo, dando pasó a que las garras del demonio se acoplaron a esa curva, para sostenerlo, empuñando las plumas de las alas, haciéndolo quejarse - tan bonito, amo tus ojos brillantes por el dolor.
- Señor-
- Sí, sí, sí... ruega por mí, Jimin. Hazlo... dime que necesitas sentirme así de cerca de ti.
Un grito ahogado hizo doler la garganta de Jimin, pues las garras de Yoongi de nuevo estaba enterrándose entre sus costillas, no era de manera intención, el ángel sabía que no estaba buscando lastimarlo, al menos no del todo. Era imposible que aquel ángel caído que le veía con tanta adoración y ternura buscara hacerle algún daño, fue capaz de notar la frustración en la mirada ajena, podía ver claramente la angustia creciendo en los ojos negros de Yoongi.
El calor de la sangre derramándose desde las costillas del ángel hicieron reaccionar al demonio, alejando de manera brusca sus manos del lugar al que buscaba hacer su hogar. Un quejido salió de los labios de Jimin, quien se aferró al cuello ajeno, evitando caer en la superficie que ahora estaba siendo bañada por su líquido sagrado.
- S-señor Lucifer - lloriqueó Jimin al verse envuelto en un insoportable dolor, juró ser fuerte, quería poder tocar a Yoongi, que este no le diera esa mirada que justo ahora le brindaba, llena de lástima - me duele... puede ser un poco más gentil.
¿Qué había dicho? ¿Gentil? ¿Eso acaso podía ser capaz él de hacerlo? Definitivamente no. En el momento que intentó cumplir ese pedido todo pareció volcarse en su contra, su misma sangre hirvió en el anhelo de destruir lo que tenía entres manos, que aquel brillo se absorbiera en su ser hasta dejar vacío aquel recipiente del cual se alimentaría, definitivamente no lo haría.