A veces, ser fugitivo del destino, puede cambiar el mismo...
Atención: Ésta historia es larga y muy extensa, ésta historia es el segundo capítulo del universo en la que se compone, por lo cuál éstas historias pasan a formar parte de una saga propia...
Eter se encontraba sentando en uno de los bancos del parque central de Yoru, portando un suéter con capucha para que no hacer notar demasiado su cara, después de todo, su día a día era igual solitario. Eter se encontraba viendo unos estudiantes de secundaria convivir cómo adolescentes normales en el parque, pensativo acerca de ello.
Eter: ... ¿Así... se ven los de mi edad, eh? — Exclama Eter con un tono bajo y reflexivo.
Eter: Día a día es lo mismo... tratando de llenar este vacío en mi alma protegiendo a los demás, ayudando a los demás... protegiéndola a ella... — Exclama Eter suspirando y con un tono desanimado.
Eter: Más allá de ser el Ángel Oscuro, soy un peligro para Yoru... — Exclama Eter mientras mira su mano.
Eter: Eter... es un peligro para Yoru... — Exclama Eter mirando su mano, para posteriormente mirar de nuevo a los estudiantes de su edad.
Eter: No cuesta nada soñar... pero es una realidad que no tendré una vida normal, cómo la de ellos..
Eter: Son demasiadas cosas en mi cabeza, necesito ver algo que de verdad me haga sentir bien... — Exclama Eter mientras se levanta de aquella banca y se retira del parque.
Eter se dirige hacía una frutería común y corriente en la ciudad de Yoru, mirándola de lejos discretamente, al parecer, fijándose en una mujer.
Eter: Al menos pareces estar bien... Lucía...
Eter: No puedo evitar lamentarme cada día por verte de ésta manera...
Eter: Pero verte me calma el día... — Exclama Eter, quedándose un rato mirando a aquella persona llamada Lucía con atención sin que nadie lo notara, luego de eso Eter procede a irse a su refugio.
Dicho refugio era solitario y apenas y tenía iluminación, además del dotado arsenal de Eter, en su habitación habían un montón de documentos y aparatos electrónicos, los documentos parecían ser de investigaciones policiales, todos relacionados con desaparición de niños, y los aparatos electrónicos parecían ser también de origen policial, así teniendo Eter total monitoreo de la ciudad.
Eter: Hora de la rutina... — Exclama Eter mientras se deshace de sus prendas de día para reemplazarlas por las prendas urbanas que caracterizaban su rol en la ciudad.
Eter luego de haberse vestido revisa el montón de documentos que tiene y una laptop.
