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Final parte 2

Sohee observaba la ropa con estampado de león blanca junto con un gorrito. Seunghan sonreía detrás de él, contemplándolo.

-Creo que le gustará mucho a Wonbin- lo tomó el pelinegro observándolo.

-¿Lo crees? ¿El de pingüino no le gustará aún más? - Ladeó una sonrisa recordando la obsesión por los pingüinos que tenía su amigo. -Ahora entiendo por qué te gustaba Wonbin- Seunghan frunció el ceño y esperó a que hablara. - Él es un chico muy lindo, amable y tierno. ¿Por qué no te fijarías en él? Ambos son iguales.

El pelinegro se acercó tomando el rostro del castaño para que lo mirara, amaba sus ojos, amaba sus labios, la forma de su sonrisa, su cuerpo, pero más que nada amaba su hermosa voz al cantar.

Besó sus mejillas varias veces. Sohee, con sus mejillas tornadas en tono carmesí, lo alejó tímido. Estaban en un lugar público y el mayor no solía ser así, con mucha gente viéndolos.

-Arruinarás mi maquillaje, Seunghan- mostró sus blancos dientes cubriendo levemente su rostro para intentar ocultarse.

-Ya eres lindo al natural, no importa el maquillaje- hizo puchero para volver a besar sus mejillas. -Amo todo de ti, aunque tú no veas lo bueno en ti mismo.

El castaño no lo dudó más y en puntillas abrazó al pelinegro. La inseguridad siempre fue un problema en él, su rostro siempre era amargado y molesto porque se sentía feo y solo. Cuando conoció a Wonbin todo cambió, el rubio siempre fue positivo, aunque su rostro estaba lleno de moretones, él seguía sonriendo, sin importar su tristeza y era algo que al principio le molestaba, pero Wonbin se encargaba de ser su felicidad, le recordaba lo lindo que él era, cuánto le gustaba su forma de ser y solía abrazarlo siempre que estaban juntos, siempre lo apoyó en todo, agradecía su amistad. Le había enseñado a sonreír y ver el lado bueno en todo, a amarse poco a poco y siempre llenarlo de esperanza y felicidad, que lo bueno siempre vendría tarde o temprano.

Se separó y con la palma de su mano comenzó a quitar el maquillaje que cubría todo su rostro. Seunghan sonrió enternecido.

-Gracias por escogerme a mí- susurró. Seunghan lo atrajo en un abrazo y lo aferró a él. -Gracias por amar lo que yo creo que son imperfecciones.

-Eres mi omega y yo soy tu alfa, nacimos para estar juntos- susurró Seunghan. -Al fin te encontré, mi omega.

Ambos podían sentir emociones grandes inundando su ser, sus lobos lloraban de amor, su amor era enorme y pedían desesperadamente estar juntos toda la vida como si en otra vida se hubieran prometido encontrarse y amarse como la última vez.

Se encontraron.

Shotaro acariciaba el cabello desordenado de Sungchan con una sonrisa débil, su piel estaba tornada de amarillo

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Shotaro acariciaba el cabello desordenado de Sungchan con una sonrisa débil, su piel estaba tornada de amarillo. La mascarilla de oxígeno lo mantenía al tanto del estado de su novio; se encontraba bien, la máquina daba a conocer que Sungchan seguía ahí.

-Te extraño mucho- mordió su labio inferior soltando un suspiro. -A veces tengo miedo de que nunca te despiertes. No debiste ir corriendo como si te dijeran que nunca más me verías.- Lágrimas resbalaron por sus mejillas rebeldemente. -Aunque nos separaran, yo siempre te buscaría y sé que tú también harías lo mismo por mí. Mi corazón duele y mi omega se siente triste y desconsolado, no ha dejado de llorar- entrelazó su mano con la del alfa que se mantenía fría.

Se mantuvo unos momentos así y sollozó, odiaba verlo en esa camilla sin poder oír su voz, sin oír su risa, sin escuchar sus quejas porque no quiso darle un beso, pero lo que más odiaba no oír era: Te amo, odiaba no poder escuchar aquello todos los días.

Su teléfono sonó y limpió sus lágrimas, sacándolo de su bolsillo viendo el nombre de la señora Jung.

-¿Sí?- susurró para salir de la habitación e ir al pasillo a atender la llamada.

-Shotaro, ¿cómo se encuentra Sungchan?-La voz de Taeyeon sonaba desanimada, pues no había sido capaz de ir a verlo. Se sentía tan cobarde y con miedo, que sentía que moriría si veía a su único hijo en estado vegetativo.

-Él...- su garganta se contrajo y un nudo se acercó pero, supo contenerse. -Cada día lo veo más débil, tengo miedo, señora Jung- soltó un sollozo cubriendo su boca que temblaba mucho.

-Él estará bien, sé que mi hijo es fuerte- dijo con un hilo de voz. -Él tiene que conocer a su cachorro, necesita a su padre.

-Señora Jung, no diga eso que sólo me hace llorar más- dijo, limpiando bruscamente sus lágrimas.

Shotaro succionaba el flujo nasal que quería salir, entró nuevamente a la habitación en silencio, pues no quería molestar a Sungchan con ruido.

Y lo observó, el mayor se mantenía incorporado, mirándolo fijamente; su corazón se aceleró y sus piernas temblaron y su tono de piel se tornó pálida.

-Shotaro- susurró casi inaudible Sungchan aun con la máscara de oxígeno.

-¿Shotaro?- sonó del otro lado del teléfono.

Corrió fuera de la habitación con el miedo en todo su cuerpo; no se esperaba esa sorpresa.

-¡Doctor, Doctor!- gritó Shotaro después de salir de la habitación. -¡Enfermera!- llamaba desesperado y en shock.

Los trabajadores entraron a la habitación y él cayó al suelo sin creerlo, su teléfono seguía en contacto con la mayor, lo acercó con las manos temblorosas y sonrió con lágrimas.

-Señora Jung, Sungchan despertó- sollozó, había esperado tanto tiempo para este momento que sintió poco a poco cómo perdía las esperanzas, no se imaginaba sin Sungchan, sin su alfa.

La llamada se cortó, lloró y lloró, pero estaba feliz, muy feliz. Las enfermeras y médicos salieron acercándose a él para ayudarlo, le dieron el acceso a la habitación confirmando que él se encontraba estable y que sólo había sido un impulso de su cerebro ya que Sungchan se forzó tanto a despertar.

Entró tembloroso, creyendo que esto era una alucinación, asomó su cabeza y su novio, al verlo, sonrió débilmente extendiendo sus manos.

-No tienes que tener miedo, aquí estoy- susurró débilmente.

Shotaro corrió sin dudarlo y lo abrazó como nunca antes, con miedo de perderlo, con querer estar siempre con él y nunca dejarlo. Sungchan le correspondió el abrazo, acariciando su nuca y su espalda con una sonrisa.

-Te esperé por meses- sollozó Shotaro. -Creí que nunca te volvería a ver.

-Nunca te dejaría solo- se alejó, tomando su rostro en sus manos. -Extrañaba ver tu rostro, lo único que podía oír era tu linda voz pidiéndome que me quedara, di mi mayor esfuerzo por quedarme contigo y aquí estoy- mordió su labio tembloroso. -No te volveré a dejar solo, Taro, nunca más.

La habitación se impregnó de feromonas tristes y felices; era una combinación que se sentía fuertemente y que otros alfas y omegas no tolerarían. Su reencuentro había llegado, y nunca volverían a dejarse ni perderse uno al otro.

Jamás.

A PUPPY? WontonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora