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El rugido de los motores y el olor a neumáticos quemados siempre han sido una constante en mi vida. Desde que tengo memoria, el mundo del automovilismo ha sido mi hogar. Ahora, con 18 años, estoy a punto de embarcarme en un nuevo capítulo, acompañando a mi padre, Fred Vasseur, en la temporada de F1. Todo esto es parte de su plan para que me familiarice aún más con el ambiente antes de mi gran debut con Audi el próximo año. A pesar de todo, no puedo evitar sentirme un poco fuera de lugar.

—Ana, ¿estás lista? —La voz de mi padre me saca de mis pensamientos.

—Sí, papá. —Respondo, ajustándome la gorra de Ferrari y tomando aire profundo.

—Recuerda lo que te dije. Habla con Carlos y Charles si necesitas algo. Ellos estarán para ayudarte.

Asiento en silencio, sintiendo el peso de su mirada protectora. Él sabe lo tímida que soy, lo mucho que me cuesta interactuar con personas nuevas, especialmente en un ambiente tan competitivo y lleno de personalidades fuertes.

Al llegar al paddock, me recibe un bullicio de voces y movimientos constantes. Técnicos, ingenieros, periodistas, todos ocupados en sus respectivas tareas. Trato de mantenerme cerca de mi padre, buscando una seguridad que solo su presencia puede ofrecerme en estos momentos.

—¡Ana! —Una voz familiar y cálida me llama. Giro la cabeza y veo a Charles Leclerc acercándose con una sonrisa.

—Hola, Charles. —Respondo, intentando que mi voz no suene demasiado débil.

—¿Cómo te sientes en tu primer día oficial en el paddock? —pregunta, genuinamente interesado.

—Un poco abrumada, para ser honesta. —admito, sintiéndome un poco más cómoda con su amabilidad.

—No te preocupes, todos nos sentimos así al principio. —Charles me ofrece una mirada comprensiva—. Si necesitas algo, no dudes en decirme.

—Gracias, Charles. Lo aprecio mucho.

Antes de que pueda responder, otra voz se une a la conversación.

—¿Ya estás molestando a Ana, Charles? —es Carlos Sainz, con su característico tono jovial.

—Solo estoy siendo amable. —Charles se defiende con una sonrisa.

Carlos me dirige una mirada cálida, sus ojos chispeando con una mezcla de diversión y ternura.

—Ana, si Charles se pone pesado, solo dímelo. —dice, guiñándome un ojo.

Sonrío tímidamente, sintiéndome un poco más a gusto en su compañía. Ambos han sido increíblemente amables conmigo desde el principio, y aunque trato de mantener una distancia, no puedo evitar sentirme agradecida por su apoyo.

Pasamos el resto del día recorriendo el paddock, con Charles y Carlos mostrándome los entresijos del equipo y presentándome a varias personas clave. Aunque intento mantenerme reservada, sus esfuerzos por incluirme y hacerme sentir bienvenida no pasan desapercibidos.

Al final del día, cuando finalmente tengo un momento a solas, me siento en un rincón tranquilo del motorhome de Ferrari, dejando que los eventos del día se asienten en mi mente. La emoción y la incertidumbre se mezclan en mi pecho, pero también hay una sensación de esperanza.

—¿Todo bien, Ana? —La voz de mi padre interrumpe mis pensamientos.

—Sí, solo estoy procesando todo. —Le sonrío, intentando transmitir la seguridad que él siempre me ha inculcado.

—Lo harás bien, Ana. Tienes todo lo necesario para triunfar. —me dice, colocando una mano reconfortante en mi hombro.

—Gracias, papá. —Respondo, sintiendo una ola de determinación crecer dentro de mí. Estoy lista para enfrentar este desafío, un paso a la vez.

Ride Or Die - Carlo Sainz,Charles Leclerc-+18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora