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Las semanas pasaron en un torbellino de emociones y silencios. Ahora, en el paddock, el ambiente era tenso y doloroso. Sentía la tristeza en cada rincón, mientras Charles y Carlos, que antes habían estado tan presentes en mi vida, me ignoraban casi por completo. Era como si hubiera desaparecido para ellos.

Caminaba por el paddock, intentando mantener la compostura, pero era imposible no notar las miradas esquivas y los murmullos que llegaban a mis oídos. Me sentía como una sombra en medio de un evento que antes solía disfrutar. Ellos no me miraban, y cuando intentaba acercarme, simplemente se apartaban o cambiaban de dirección.

Una tarde, me acerqué a Charles en la sala de prensa. Se estaba preparando para una conferencia, y yo me quedé a una distancia prudente, esperando una oportunidad para hablar.

—Charles, necesito hablar contigo —dije, mi voz temblando un poco—. Por favor, ¿podemos hablar un momento?

Charles me miró brevemente, su expresión implacable—. Anaash, no es el mejor momento.

—No me importa —respondí, tratando de mantener la calma—. Es importante. Solo quiero entender por qué me están ignorando.

Charles suspiró, bajando la mirada—. Anaash, ya hablamos de esto. Creímos que era lo mejor para todos. No queremos lastimarte más.

—¿No lastimarnos más? —pregunté, sintiendo que mi voz se quebraba—. ¿Cómo puede ser que me ignoren y piensen que eso es lo mejor? ¿Qué hay de mis sentimientos? ¿Qué hay de lo que quiero?

Charles cruzó los brazos, su mirada dura—. Te lo hemos dicho antes. No queremos arrastrarte más en esto. Estamos tratando de protegerte.

—¿Protegerme de qué? —exclamé, la frustración aflorando—. ¿De qué me están protegiendo al ignorarme? Esto es peor. Me siento completamente abandonada, como si no importara.

Intenté tomar un respiro, pero la rabia seguía burbujeando en mi interior. Me dirigí hacia donde estaba Carlos, que estaba en su camioneta, revisando algunos documentos. Me acerqué con determinación.

—Carlos, ¿también me vas a ignorar? —pregunté, mi voz firme—. Quiero una respuesta clara. ¿Por qué actúan así?

Carlos levantó la vista, su rostro mostrando una mezcla de agotamiento y resignación—. Anaash, lo hemos decidido así porque creemos que es lo mejor para ti. No queremos causarte más daño.

—¡Eso es ridículo! —grité—. Lo único que estoy recibiendo de ustedes es dolor y más dolor. ¿Cómo es eso lo mejor para mí? ¿Qué quieren de mí? ¿Que me quede callada y sumisa mientras me rompen por dentro?

Carlos se levantó de su asiento, su expresión endureciéndose—. No estamos aquí para jugar juegos, Anaash. Si no puedes aceptar nuestra decisión, entonces es mejor que sigas adelante. No vamos a cambiar de opinión.

Mi corazón se hundió al escuchar sus palabras. La dureza en su voz y la decisión en sus ojos me hicieron sentir que no había lugar para mí en sus vidas.

—¿Saben qué? —dije, mi voz temblando de rabia y tristeza—. Estoy harta de todo esto. Estoy cansada de ser tratada como una carga, como un problema que deben resolver. Si esto es lo que quieren, entonces lo acepto. Pero no espero que me entiendan. No espero nada de ustedes.

Me di la vuelta y me alejé, sintiendo que el peso de la situación me aplastaba. Mientras caminaba por el paddock,

mientras caminaba por el paddock, sentía cada paso más pesado que el anterior. La brisa del lugar apenas tocaba mi piel, como si el ambiente mismo estuviera en sintonía con mi estado de ánimo sombrío. Las voces y el ruido del paddock eran un zumbido lejano; todo parecía desdibujado, como si estuviera en una burbuja aislada del mundo.

Ride Or Die - Carlo Sainz,Charles Leclerc-+18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora