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Patricio se unió a nosotros en el pequeño baño, su rostro una mezcla de sorpresa y deseo. Sentía el poder de la situación mientras mis manos y boca alternaban entre Charles, Carlos y ahora Patricio. La atmósfera estaba cargada de tensión sexual, y cada uno de ellos tenía algo que decir.

Charles me levantó del suelo y me empujó contra la pared.

—Vas a demostrarle a Patricio quién manda aquí, ¿verdad, princesa?

Asentí, mis ojos fijos en los de Charles mientras él me embestía con fuerza. Su posesividad era palpable, y cada empujón era una declaración de propiedad.

Carlos se acercó por detrás de Charles, su voz ronca y llena de celos.

—No la trates tan suavemente, Charles. Ella puede soportar más.

Charles soltó una risa áspera, aumentando la intensidad de sus movimientos.

—No te preocupes, Carlos. Sé exactamente cómo manejarla.

Mientras Charles me embestía, Patricio se movió frente a mí, su erección a la altura de mi rostro. Sin vacilar, lo tomé en mi boca, mi lengua trabajando frenéticamente para complacerlo. Los gemidos de Patricio llenaban el aire, y su mano se enredó en mi cabello para guiar mis movimientos.

—Dios, Anaash, eres increíble —murmuró Patricio, sus caderas moviéndose al ritmo de mi boca.

Carlos se inclinó hacia mí, su voz llena de lujuria y desafío.

—¿Qué pasa, Patricio? ¿No sabías que nuestra princesa es así de talentosa?

Patricio soltó un gemido, sus palabras entrecortadas por el placer.

—No... no tenía ni idea...

Charles aumentó la intensidad de sus embestidas, sus manos firmemente sujetas a mis caderas.

—Ella es nuestra, Patricio. Y no voy a permitir que nadie más la tenga.

La tensión entre ellos era palpable, cada uno tratando de marcar su territorio mientras yo estaba atrapada en medio. Sentía la presión y el placer acumulándose en mi interior, cada movimiento llevando mi cuerpo al límite.

Carlos, visiblemente celoso, se acercó más.

—Deja que yo también la tenga, Charles. No te la quedes para ti solo.

(............)


Me desperté con una resaca terrible, mi cabeza latiendo con cada pulso de mi corazón. La noche anterior había sido una mezcla caótica de emociones intensas y decisiones impulsivas, y ahora me enfrentaba a las consecuencias.

Carlos y Charles también estaban en las mismas condiciones, tambaleándose por la habitación en busca de alivio. La luz del sol atravesaba las cortinas, agregando una capa adicional de incomodidad a nuestro estado. Nos dirigimos a la mesa del desayuno en el hotel, tratando de encontrar algo que aliviara nuestras náuseas.

—Buenos días —dijo Charles, su voz sonando más áspera de lo normal—. Siento mucho lo de anoche, Anaash. Lo que pasó con Patricio no volverá a ocurrir. Te lo prometo.

Carlos asintió, su expresión grave—. Sí, lo siento. Fue un error. Vamos a dejarlo atrás y concentrarnos en lo que viene.

Agradecí sus disculpas, aunque la resaca me hacía sentir como si el mundo girara a mi alrededor. Me concentré en comer algo ligero, esperando que la comida ayudara a calmar el malestar.

El desayuno transcurrió en un ambiente de silencio incómodo hasta que el programa de noticias en la televisión atrajo nuestra atención. La primera mujer en la Fórmula 1 era el tema principal, y las críticas estaban en pleno auge.

Ride Or Die - Carlo Sainz,Charles Leclerc-+18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora