7

2.1K 122 18
                                    

Cuando llegamos al hotel, nos encontramos con mi padre, quien de inmediato nos abordó con una pregunta.

— ¿Dónde estaban? —preguntó, con un tono que dejaba entrever una ligera preocupación.

— Fuimos a cenar, pa —respondí, tratando de disimular mi preocupación.

Fred nos miró fijamente por un momento y luego asintió.

— Bueno, vayan a descansar. Tendremos un día ocupado mañana —dijo, antes de dejarnos.

Me dirigí hacia el ascensor junto a Carlos, pero antes de que pudiera entrar, mi padre me llamó.

— Anaash, ¿puedo hablar contigo un momento, hija? —me dijo con tono serio.

Asentí, y mientras Carlos subía al ascensor, me quedé atrás para escuchar lo que mi padre tenía que decirme. Me entregó una invitación, y sus palabras me tomaron por sorpresa.

— Patricio dejó esto para ti. Sé que dije que no te convence, pero deberías salir con él —me dijo con un tono de sugerencia.

Sus palabras resonaron en mi cabeza. Aunque traté de mantener la calma, no pude evitar sentir una oleada de emociones confusas. Agradecí a mi padre, aunque por dentro me sentía abrumada por la situación.

Después de despedirnos, subí al ascensor y me dirigí a la habitación. Al entrar, vi a Carlos con una expresión sombría en el rostro. La tensión entre nosotros era palpable, y yo me sentía atrapada en medio de una red de emociones encontradas.

— ¿Estás bien? —pregunté, tratando de romper el silencio incómodo que se había instalado entre nosotros.

Carlos asintió con la cabeza, pero su mirada preocupada revelaba lo contrario.

— Sí, solo estoy un poco cansado —respondió, intentando aparentar tranquilidad.

Me senté a su lado, sintiendo la distancia que había surgido entre nosotros. La invitación de Patricio había desencadenado una serie de emociones difíciles de manejar, y me pregunté qué significaría todo esto para nuestra relación.

El ambiente tenso persistió, y ninguno de los dos parecía encontrar las palabras adecuadas para abordar el tema. Nos quedamos en silencio, sumidos en nuestros pensamientos, mientras la incertidumbre se apoderaba de nosotros.

Entré a la habitación con una mente llena de pensamientos caóticos. Carlos me miró con una expresión que mezclaba celos y frustración.

— ¿Qué pasa? —pregunté, tratando de mantener la calma.

— Nada, solo... ¿qué quería tu padre? —respondió Carlos, su tono goteando desconfianza.

— Me dio una invitación de Patricio —admití, tratando de sonar casual, pero notando cómo la tensión en el rostro de Carlos se intensificaba.

En ese momento, la puerta se abrió y Charles entró. Su mirada se detuvo en el anillo en mi dedo, y una sonrisa sarcástica apareció en su rostro.

— Vaya, ¿qué tenemos aquí? —dijo Charles, acercándose con paso decidido.

Carlos se puso de pie, listo para enfrentar a Charles.

— ¿Qué te importa, Charles? —le espetó Carlos, sus ojos brillando con rabia.

— Me importa porque estás presionándola —respondió Charles, señalando el anillo. — No puedes forzarla a hacer lo que tú quieras.

La tensión era palpable. Ambos hombres se encararon, listos para pelear.

— ¡Basta! —grité, poniéndome entre ellos. — No pueden seguir así.

Los empujé hacia la cama, haciéndolos sentarse. Ambos me miraron con una mezcla de sorpresa y culpa.

Ride Or Die - Carlo Sainz,Charles Leclerc-+18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora