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Regresé al motorhome con una sensación de agotamiento y frustración, la noche ya se había adueñado del paddock, y mi ánimo era tan oscuro como el cielo estrellado que se veía a través de las ventanas. Había pasado horas con Max y Checo, y aunque había encontrado en ellos un apoyo reconfortante, mi mente seguía atormentada por los eventos recientes. Cuando llegué a mi motorhome, estaba decidida a finalmente relajarse, pero lo que vi me detuvo en seco.

La puerta estaba ligeramente entreabierta, y al abrirla completamente, me encontré con una escena que me hizo hervir de rabia. Charles y Carlos estaban allí, sentados en el sofá, con miradas preocupadas y un aire de desesperación que no me conmovió en absoluto.

—¿Qué demonios están haciendo aquí? —exclamé, mi voz cargada de furia y sorpresa—. ¿No tienen otra cosa que hacer que invadir mi espacio?

Charles se levantó de inmediato, su rostro lleno de preocupación—. Annash, solo queríamos hablar contigo. Necesitamos aclarar las cosas.

Carlos también se puso de pie, su tono grave y algo sumiso—. Annash, por favor, déjanos explicarte. Lo que pasó no fue como lo imaginabas.

—¡Explícame! —le grité, avanzando hacia ellos con pasos firmes—. ¿Qué hay que explicar? ¿Que me ignoraron y me hicieron sentir como una carga? ¿Que sólo valoraban el sexo que teníamos?

Charles abrió la boca para responder, pero lo que dijo me hirió aún más.

—No es eso, Annash. Max te ha llenado la cabeza con tonterías. Nosotros no queríamos que todo llegara a esto.

—¿De verdad creen que Max me ha influenciado? —dije, mi tono sarcástico y mordaz—. Pues tal vez sí, pero también es cierto que ustedes nunca se molestaron en enseñarme nada más que eso. Nunca se esforzaron en conocerme, en apoyarme. Todo era sobre el sexo, y ahora me dicen que me estoy dejando manipular.

Carlos intentó acercarse, pero yo lo aparté con un gesto de mano—. No quiero volver a verlos. Me han hecho sentir como si fuera un objeto, no una persona.

Charles se puso más serio, su tono demandante—. No es justo, Annash. Esa mierda te la metió Max. Nosotros—

—¡No me importa! —interrumpí, mi voz temblando de ira—. La única cosa que me enseñaron fue cómo ser un placer momentáneo. Nunca me dieron nada de verdadero valor. Sergio y Max han sido los únicos que se han preocupado por mí, que han intentado enseñarme algo de verdad.

Carlos, con una expresión de frustración, dijo—: ¿Sabes qué? Eso es una tontería. Ellos te han manipulado, y tú lo estás aceptando sin cuestionarlo.

—No me manipulan. Me están dando el apoyo que nunca recibí de ustedes —respondí, mi tono firme—. Por lo menos ellos han estado allí para mí, para enseñarme sobre la monoplaza y para darme algo más que un placer momentáneo.

Me giré, dándoles la espalda con una mezcla de tristeza y determinación—. Así que, por favor, váyanse. Tengo que descansar y preparar mi mente para lo que viene. No quiero volver a verlos aquí.

Salieron de la habitación, dejando una sensación de vacío y desolación en el aire. A medida que la puerta se cerraba detrás de ellos, me di cuenta de lo lejos que había llegado desde aquellos días en los que todo parecía más simple.


(..................)

Una semana después, la tensión y el caos seguían siendo parte de mi vida diaria en el paddock. Había encontrado un extraño consuelo en la compañía de Max y Checo, quienes se habían convertido en mis confidentes y, en muchos sentidos, mis protectores. Sin embargo, esta noche, las cosas habían tomado un giro aún más intenso y oscuro.

Ride Or Die - Carlo Sainz,Charles Leclerc-+18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora