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Después de un largo día, me metí en el jacuzzi del lujoso baño de la habitación del hotel. Carlos se unió a mí y comenzó a darme un masaje en los hombros. Me sentía relajada bajo el agua caliente, pero aún así, no podía sacarme de la cabeza la tensión que había sentido con Charles.

Carlos rompió el silencio:

—Si no te sientes segura con Charles... me lo puedes decir.

Mis pensamientos se aclararon ante sus palabras.

—Solo es posesivo —respondí con un suspiro.

Carlos acarició mi hombro con ternura.

—Sé cómo es, Ana, pero no necesitas aguantarlo —añadió.

Sus palabras me reconfortaron, y finalmente dejé escapar mis preocupaciones.

—Mejor dime... ¿a dónde iremos? —pregunté, buscando cambiar de tema.

Carlos me dio un beso en la mejilla y sonrió.

—Conozco un restaurante súper rico en la ciudad —dijo con entusiasmo.

Sonreí ante la idea de una buena cena.

—Bien, tendré el vestido hermoso —respondí.

Carlos me miró con afecto y me recordó un regalo especial.

—Quiero que utilices lo que te regalé —me dijo, mientras asentía con la cabeza.

Asentí con una sonrisa, sintiéndome agradecida por su apoyo y preocupación.

(.........)

El sonido del secador de pelo llenaba la habitación mientras me preparaba para la sesión de fotos de Audi. La idea de publicitar mi pilotaje en Audi me emocionaba, pero había algo en la mirada de Carlos que me hacía sentir aún más especial. Él siempre estaba ahí para mí, apoyándome en cada paso.

Carlos estaba sentado en la cama, observándome mientras me arreglaba el cabello. Se levantó y se acercó para ayudarme a ajustar el vestido que había elegido. Me miró a los ojos y sonrió.

—Te ves increíble, princesa. Vas a arrasar en esta sesión —dijo con orgullo.

—Gracias, Carlos. No sé qué haría sin ti —respondí, dándole un beso en la mejilla.

Llegamos al estudio de fotos y me encontré con el fotógrafo, un hombre alto y delgado con una energía contagiosa. Empezamos con algunas poses simples, pero pronto comenzó a sugerir cosas más atrevidas.

—Ana, quiero que te apoyes en el auto y arquees un poco la espalda. Perfecto, así. Ahora, levanta un poco el vestido... sí, justo así —indicaba el fotógrafo.

Pude sentir la mirada de Carlos volviéndose cada vez más intensa. Intentaba mantener la calma, pero conocía ese brillo en sus ojos.

—Carlos, ¿estás bien? —le pregunté durante una pausa.

—Sí, estoy bien —respondió, aunque sabía que algo le molestaba.

La sesión continuó, y el fotógrafo seguía pidiéndome poses más reveladoras. En un momento, Carlos no pudo contenerse más.

—Oye, ¿no crees que eso es un poco excesivo? —dijo, tratando de mantener la voz tranquila.

El fotógrafo lo miró, sorprendido por la interrupción.

—Solo intento capturar su mejor ángulo. Es una profesional —respondió, sin entender la incomodidad de Carlos.

Carlos me tomó de la mano y me apartó un poco.

Ride Or Die - Carlo Sainz,Charles Leclerc-+18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora