Capítulo 11

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"No te tomes la vida demasiado en serio, nadie sale vivo de ella."
"Espero que te gusten"

Ierek

¿Qué pretende Ierek con esto? Entiendo que se siente mal por lo de mis zapatos y mis palabras de ayer. Aunque, en realidad, no fue su culpa, fui yo la que metió el pie en la alcantarilla. Él solo me insistió en que lo dejara ahí. De todas formas, no justifica que ahora tenga treinta pares de zapatos encima de mi cama y regados por el suelo. ¡Es un sueño hecho realidad! Nunca pensé tener tantos en mi vida. Pero me parece una exageración. Es Ierek, el hijo del señor Alex, ¡no pensé que íbamos a pasar de un simple "Hola, señor"! Ahora me regala treinta pares de zapatos, sin contar que me prestó su traje. ¿Qué pensaría el señor Alex o mi madre? No puedo aceptarlo. Aunque me guste, no quiero deberle nada más a esta familia, ya bastante me han pagado mis estudios.

Empecé a guardar los zapatos en sus cajas. Cuando terminé, cogí la bolsa negra y metí la caja de los tacones dentro. Salí de mi cuarto y fui a buscar a Ierek.

Lo encontré saliendo de su habitación y cerrando la puerta. Iba vestido con un smoking gris, su cabello peinado hacia atrás con un brillo impactante, como si se hubiera echado algún producto para que luciera así. Parece que se dirige a un lugar elegante, aunque la mayoría de las veces se viste así.

- Ierek - se giró al oírme. Me sorprendió que lo llamara por su nombre y no "Señor Ierek", como él exige que lo llamen. Aunque, por mucho que lo intente, me siento incómoda llamándolo así. - Señor Ierek - rectifico mis palabras.

-Hayla, ¿qué sucede?- pregunta, con la mirada fija en la bolsa que sostengo en mis manos. Claramente la reconoce.

-Tome- le extiendo la bolsa- Gracias por sus buenas intenciones, pero no puedo aceptarlo. Le traeré los demás paquetes más tarde.

No mueve ni un músculo, se queda observándome en silencio. Después de unos segundos, habla:

-Que te haya regalado un par de zapatos bonitos no significa que mis intenciones sean buenas, Hayla. - Murmuro un "¿Qué?"-. Simplemente soy justo. ¿Te estabas quejando de no tener más zapatos? Pues, te he solucionado el problema. Te he comprado un par.

-¡Me ha regalado treinta!

-¿No son suficientes? - inquiere con una ceja alzada. ¿Es una broma?

-Son más que suficientes. Por algo le estoy diciendo que no puedo aceptarlos. Son demasiado...- Me corta antes de que pueda terminar.

-Hayla, no voy a permitir que me los devuelvas. Si no los quieres, regálalos, dónalos o véndelos, me da igual lo que hagas con ellos.

-Pero...

-Pero, nada. Ya te dije lo que puedes hacer si no los quieres.

-Espere- digo justo cuando se da la vuelta para irse. Lo tomo del brazo para que no se vaya. Él nota mi agarre y yo rápidamente retiro la mano.- Perdón.

No dice nada, solo espera a que termine de hablar.

-¿La frase que escribió en la tarjeta, qué significa?- sé que quiere decir el contexto de esa frase, pero no entiendo por qué la puso en la tarjeta.

- Te he visto más centrada en tus estudios últimamente, y eso es bueno. Tienes objetivos claros y quieres culminar tu carrera con buenas calificaciones, pero tampoco debes dejar ir los pequeños momentos que se te presenten para compartir con tus amistades o familia.

Ahora lo entiendo. ¿Tanto le importa mi vida que la observa con tanta atención? No, no digas tonterías, Hayla.

-Me resulta gracioso que sea usted quien me lo diga- le respondo, la piel entre sus cejas se contrae al escucharme.

Insomnio: El deseo de tenerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora