Un suspiro escapó de mis labios mientras me observaba en el espejo. Ya llevaba una hora probándome todo lo que Magnus, con su insistencia, me había obligado a elegir. No solo eran vestidos, como había pensado en un principio, sino pantalones, faldas, playeras y shorts. ¿Qué iba a hacer con tanta ropa? ¿Abrir una tienda? Aún peor ¿Qué le diré a mi madre?
Solo ahora me había llegado esa pregunta a la mente. Hasta ese momento, el torbellino de emociones de las últimas horas me había mantenido distraída. La propuesta de Magnus de que "modelara" para él me había dejado completamente descolocada. La idea de posar frente a él, de que analizara la forma en que la ropa caía sobre mi cuerpo, me llenaba de incomodidad. La vergüenza me había hecho negarme de plano. Pero Magnus, el maestro de la persuasión, sabía cómo convencerme. Decía que yo era la que hacía berrinches, cuando en realidad, él es el más caprichoso y mimado de los dos.
Salgo del vestidor atravesando las cortinas, caminando hacia Magnus. Los ojos de éste se deslizan por todo mi cuerpo ladeando la cabeza. Por más que hemos hecho esto varias veces, no puedo evitar sentir mi corazón palpitar cada vez más rápido cuando me mira con esos ojos grises. Llevo unos pantalones y una blusa negra de encaje, afortunadamente menos reveladora que otras opciones.
-Todos los atuendos se te ven bien -pronuncia.
-¿El tercer cumplido del día? Ten cuidado, voy a empezar a creer que te has vuelto bueno.-bromeo, una sonrisa apenas perceptible se dibujó en los labios de Magnus.
-Aprovecha mi buen humor, Hayla, no dura mucho.
-Eso lo tengo más que claro, Magnus.
-Más vale que siempre lo tengas presente -se levanta del asiento dirigiéndose hacia mí.
-¿Por qué estás haciendo esto? Ni siquiera te agrado.
Esa pregunta estaba volando en mi cabeza desde que llegamos a la tienda. Si quería "vengarse" perfectamente podría hacerme la vida un comino en la mansión, pero en vez de eso me trajo a una jodida tienda para comprarme ropa. ¿Quién lo entiende?
-Nunca dije que no me agradas -responde, pasándose en frente de mí.
De nuevo la tensión entre nosotros es palpable. Estaba nerviosa, y ahora, al tenerlo tan cerca, la sensación se multiplicó.
-No tienes que decirlo, se nota por la manera en que actúas.
-Hayla, no se trata de que me agrades o no, es mi personalidad. Me gusta ver sufrir a otros, soy así -su sonrisa desapareció, dejando al descubierto el Magnus que usualmente suele ser.
-Pues, tienes una personalidad de mierda -no me contuve al hablar. Rememorando que yo soy una de las que disfruta herir.
-¿Eso piensas?
Como para no hacerlo.
-Sí -es lo único que musito.
-Perfecto -dijo, como si le complaciera mi respuesta.
Un atisbo de ira se aloja bajo mi piel. Los pocos minutos de paz que tuvimos se habían esfumado. Nuestra relación era como una montaña rusa, un instante quería matarlo y al siguiente sentía una atracción inexplicable hacia él.
Dejo que esa idea absurda se desvanezca.
Mis ojos cafés se encontraron con los suyos, la intensidad de la situación era perceptible. Trago saliva al sentir su mirada descender hasta mis labios, una señal que no podía ignorar. Intento retroceder hacia las cortinas para cambiarme de atuendo, pero Magnus me toma del brazo, atrayéndome hacia él. Qué manía tiene de hacer eso ¿no podía pedir que me quede como las personas normales?
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Insomnio: El deseo de tenerte.
RomanceÉl: Magnus Rabell. La persona más egoísta, egocéntrica y estúpida que he conocido en mi vida. El mismo chico que me atormentaba cuando era pequeña y ahora ha vuelto. Ha vuelto para destruirme y hacer que mi cuerpo se rompa en mil fragmentos debido a...