Por ese momento, había calma, una calma exorbitante pero que no fue tomada a la ligera. Algo que sorprendió a Luis era lo crédulo que era Paul, lo confiado en su palabra que era, casi como si supiera que era imposible mentir frente a él, como si supiera leerlo, como si supiera exactamente que no sería capaz de dar información equivocada... Paul confiaba en él y lo hacía desde el primer momento, y era una fe ciega.
¿Dónde radicaba aquella credibilidad inconcebible para él? ¿En qué se basaba para confiar tan fácilmente en su palabra? ¿Cuál era el sentido? ¿Cuál era la lógica que estaba siguiendo? ¿Acaso era capaz de depositar tanta confianza en alguien ajeno a él, aunque fuera el líder de un enorme imperio que debía controlar y defender?
¿Eso era normal?
Paul lo acompañó hacia una sala un tanto más privada, después de varios días de enfrentamientos y otros tantos de inspección y asegurarse de que no quedase nadie, Paul había mostrado volver a tener el cien por cien de su atención puesta en Luis. De hecho, lo animó a hacer uso de las prendas típicas del lugar, pero no las femeninas, al contrario, las varoniles, lo cual dejaba totalmente expuesto su cuerpo, al menos así se sentía cuando vio su pecho completamente descubierto, sus brazos pálidos y delgados, sus piernas desde medio muslo hasta los tobillos libres; y la incomodidad lo apremiaba a mantener sus brazos cerca de su pecho o en una posición de vulnerabilidad indirecta.
Paul lo notó con un vistazo, por lo que pasó una delicada capa alrededor de sus hombros, en realidad era un poncho, que cubría parcialmente su pecho y brazos y le daba cierta cobertura cómoda. Además, también buscó alguna manera de que sus piernas estuvieran cubiertas como si de un pantalón se tratase, pero ante la carencia de los mismos, simplemente consiguió un par de telas cilíndricas― como si fueran mangas para sus brazos, pero más anchas― que colocó y enganchó al cinturón de oro en su cadera.
Luis se sentía elitista portando oro en su cuello, cintura, muñecas y tobillos como si fueran meras decoraciones. Jamás hubiera dicho que sería capaz de llevar algo de oro en su vida, mucho menos que acabaría llevando decoraciones de oro tan grandes y valiosas como meros adornos.
Paul se había asegurado de hacerlo sentir bien con el vestuario, adaptando lo que fuera que le causara inseguridad, cuidando de él hasta el más mínimo detalle.
Luis se sentía incómodo por aquel trato, pero nadie lo miraba mal por ello, así que acabó entendiendo de alguna manera que no era nada malo. De hecho, fue sorprendente que conforme fue aprendiendo la lengua se daba cuenta de las conversaciones de la gente. Nadie consideraba que era un intruso, un extraño o incluso una potencial amenaza que estuviera distrayendo al emperador de su reino con su inestabilidad e inseguridades que acaparaban toda la atención de Paul. Al contrario, sus opiniones no tenían nada de malo, no había comentarios en su contra, había una aceptación genuina y una manera concreta de llamarlo que― con el tiempo― aprendió a distinguir por la disonancia que causaba en sus oídos cuando la escuchaba:
"El hispano consorte" era la recién mencionada denominación que inevitablemente había aprendido a identificar cuando se referían hacia él.
¿En qué momento la decisión de que era consorte se había dado? ¿En qué momento la ceremonia tuvo lugar? ¿Acaso en aquel lugar se celebraba algo en el momento del matrimonio? ¿Era simplemente decir públicamente que era su consorte? ¿O se daba por asumido al vivir bajo su protección dentro del palacio imperial?
- ¿En qué momento se hizo oficial el matrimonio para que todos me llamen "hispano consorte"?- preguntó Luis alzando una ceja con duda y vacilación.
Paul meditó unos segundos y dibujó una sonrisa.
- ¿Se hace una gran celebración allí de donde venías?
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75.- No puedo hacerlo (Gay/Homosexual)
RomansaSolo en el momento en el que encontrase a alguien que lo aceptase tal y como era y que no quisiera cambiarlo como todo el mundo estaba dispuesto a hacer. Solo en el momento en el que Luis consiguiera decir que estaba orgulloso de sí mismo y de sus a...