Capítulo 8
El niño que fue protegido en la parte trasera de un coche y la niña que no lo fueCanción:
Emotion Sickness
Said The Sky, Parachute, Will Anderson—Solo estudiarán.
—Solo estudiaremos —prometo.
El gruñido que emite el señor Shapiro indica que no está muy convencido, pero no hay tiempo para persuadirlo porque la campanilla de la tienda tintinea a mi espalda.
—Si regreso y lo veo a menos de un metro de ti, le clavaré la aguja de un reloj en el ojo. —Me señala con el dedo—. Hablo en serio, Lilah.
Reprimo una sonrisa y aprieto las manos a mi espalda mientras asiento, contenta.
—Delilah.
Busco al dueño de la voz tal girasol que se preguntan dónde está la luz. Así me siento a su alrededor, como si un día de invierno caminara por la sombra y al cruzar la calle me bañara el sol. A diferencia de los temblores que sacuden tu cuerpo en el intento de mantenerte caliente, yo tiemblo una última vez, pero de alivio. Mis músculos pasan de estar encogidos en mi abrigo a relajarse cuando posa sus ojos en mí.
—Salvador —saludo de vuelta.
Me obsequia una media sonrisa antes de asentir hacia el señor Shapiro, que con otro gruñido que en su idioma dice «hola», arrastra sus pantuflas fuera de la relojería.
—No le caigo muy bien, ¿verdad? —pregunta acercándose con las manos en los bolsillos.
—Nadie le cae bien, a veces ni su propia familia.
Resopla en algo parecido a una pequeña risa y rodeo el mostrador para acomodar dos taburetes frente a los libros que ya tengo abiertos en la espera de ser leídos. El muchacho deja que la mochila se deslice de su hombro hasta el piso y da una vuelta sobre su propio eje, inspeccionando la tienda.
Podríamos haber vuelto a estudiar en la biblioteca luego de mi turno, pero aunque me encanta estar rodeada de libros y ventanales altos, mi lugar favorito sigue siendo la relojería. Y quería compartirlo con él.
—¿Usarás el ruido de los tic-tacs para hipnotizarme y que recuerde lo que estudiaremos? —Ladea la cabeza para ver su reflejo en uno de los relojes de pie.
—En caso de tener el don de la hipnosis, creo que lo usaría para saber otras cosas.
Me sostiene la mirada mientras tomo asiento.
—No tengo secretos. Pruébame.
La pregunta quema en la punta de mi lengua. En otra circunstancia y con otra persona, no la haría. Pero cuando estoy a su alrededor es como si cada pensamiento y emoción estuvieran atadas con un hilo en mi interior. El más pequeño tirón hace que vuelque todas.
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El amor que detuvo todos los relojes
Teen Fiction"Dicen que las mejores amistades son aquellas que se convierten en familia." Cubierta hecha por: Ash-Quintana.