Capítulo 10 ⌛

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Capítulo 10
El sueño del que no he querido despertar, encapsulado en tu nombre

Canción:
Snow On The Beach
(Feat. Lana Del Rey)
Taylor Swift

 Lana Del Rey)Taylor Swift

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—¿Huelo perfume?

Se desliza a mi espalda y su imagen se materializa junto a la mía en el espejo de mi habitación. Cada músculo del que estoy hecha se compacta, sin querer dejarlo entrar.

—Siempre uso —me excuso en voz baja.

Mantengo la mirada fija en mi rostro. Hubo un tiempo donde creí que si fingía ser simpática con él, me dejaría en paz. Si respondía lo que quería y sonreía, me lastimaría menos. Aunque la idea de parecer de acuerdo con sus insinuaciones me revolvía el estómago, una vocecita en mi cabeza me decía que si quería sobrevivir tenía que fingir.

Con el tiempo llegué a la conclusión de que Henry jamás llegaría tan lejos. Le gustaba demasiado tenerme como para perderme. Le costaría demasiado trabajo hallar a otra niña e incluso más esfuerzo encubrir lo que le haría.

Entonces dejé de lado la simpatía porque lo único que lograba era hacerle creer que este retorcido juego me gustaba tanto como a él. Aunque fuera una pequeñez patética, no quería darle ese beneficio.

La piel de mis brazos se eriza cuando me apoya las manos sobre mis hombros y desliza su nariz por el costado de mi cuello. Cierra los párpados y sus fosas nasales se ensanchan al aspirar.

La sensación de que me absorbe el alma me obliga a cerrar los ojos también.

Las manos pesadas y callosas se convierten en los delgados y fríos dedos de la mamá de Fanny durante el desayuno de ayer. Puedo sentir las cosquillas que me hace su cabello de seda escarlata al rozar la oreja. Soy capaz de percibir su perfume floral entre el aroma del pan tostado y el café. Siento el pegajoso labial que usa en mi mejilla cuando nos despide con un beso para ir a la escuela.

Fanny siempre se limpia luego de que se lo da, con su mejor cara de asco. A mí me gusta cargarlo tantas horas como puedo. Sentir su peso me hace sentir acompañada durante el día, en especial cuando camino de regreso a casa.

—¿A dónde vas?

Abro los ojos y encuentro los labios de Henry moviéndose contra mi sien.

—A la biblioteca, tengo que darle tutorías a Fanny.

—Pasas mucho tiempo con esa chica.

No me gusta que la mire ni que hable de ella. Apenas soporto que sepa de su existencia. A veces siento que la contamina con el simple hecho de decir su nombre y la desesperación de borrarla de sus pensamientos me acelera el pulso.

Sin embargo, por fuera solo me encojo de hombros con la esperanza de que el movimiento haga que sus manos se resbalen de mi cuerpo.

—Es mi amiga y me gusta ayudarla con la tarea.

El amor que detuvo todos los relojesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora