Capítulo 9 ⏳

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Capítulo 9
La teoría del miedo y la práctica de la seguridad

Canción:
Anything for love
Dua Lipa

—¿Qué estudias? —Mi madre apoya las manos sobre los hombros de Delilah para espiar lo que subraya

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—¿Qué estudias? —Mi madre apoya las manos sobre los hombros de Delilah para espiar lo que subraya.

Cuando ella ocupa el lugar del gato en la mesa, el gato la usa como silla. Los ojos del felino siguen el movimiento de las plumas rosadas que sobresalen del extremo de su lapicera. Es lo único que puede hacerlo olvidar, al menos de forma momentánea, su estrategia para robarse el desayuno.

—El sistema circulatorio para... —Tartamudea cuando le doy una patada bajo la mesa-. Para saber cómo funciona.

La mujer no se lo traga y levanta una delgada ceja pelirroja.

—¿Por diversión? ¿En serio, Lilah?

—No juzgues los pasatiempos de mis amigos, mamá. —Unto mermelada en el pan—. Es descortés.

Suelta un suspiro.

—Tienen examen y no estudiaste, ¿verdad?

—Sé lo necesario: la sangre... —Muevo la tostada de un lado al otro—. Circula.

Me da esa clase de mirada que son marca registrada de las madres: inclina la cabeza a un lado, olvida pestañear, se tensa y por un segundo dudas sobre si te hará pasar vergüenza en público o se lo tragará. En este caso es lo segundo: en sus ojos aparece la promesa de que cuando lleguemos a casa tendremos una conversación, y por conversación se entiende un sermón en forma de monólogo que ya escuché demasiadas veces.

Sin embargo, ya estamos en casa. Si hay algo por lo que peleamos a menudo son mis notas. Ella dice que no me tomo nada en serio, en cambio le pregunto cuántas veces los conocimientos sobre metales alcalinotérreos de la tabla periódica o saber calcular el cuadrado de un binomio les fueron útiles en su día a día.

Mi momento favorito es cuando sabe que tengo razón pero no lo admite y se escuda detrás de «el objetivo de la escuela es ayudarte a pensar».

Le doy un mordisco exageradamente fuerte al pan, sin apartarle la mirada, pero luego bajo los ojos a la muchacha que nos acompaña. Aurora Shapiro nota la indirecta y destensa los hombros, pues no le gusta pelear cuando hay testigos.

—Fanny, si no te esfuerzas por subir tus calificaciones lo próximo que circulará será tu trasero por el aire —es lo único que dice.

El abuelo ríe sobre su taza:

—Eso sí que es amoroso...

—¡Es tu culpa! —espeto con la boca llena—. Cuando se enoja se pone como lo hacía la abuela. Si hubieras elegido a otra mujer para casarte yo no estaría siendo atacada a las siete de la mañana.

El amor que detuvo todos los relojesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora