Capítulo 6
El arte de un cuadro vacío que pintas con preguntasCanción:
Enchanted
Orchestal cover by Joseph William MorganLa lluvia me recuerda a los procesos y la salida del sol a los resultados, y si hay algo infravalorado en este mundo es el medio por el cual las cosas crecen y logran sanar.
Algunos encuentran triste y nostálgico un día lluvioso, otros temen a las tormentas que desatan. No puedo juzgarlos. Cuando estamos heridos el dolor es tan incesante como el golpeteo de las gotas sobre cada superficie de la ciudad. Y no importa cuánto camines o corras para alejarte, te mojas igual. En los peores casos, crees que te resbalarás.
Que te enfermarás.
Que te ahogarás.
Pero esto último nunca sucede.
Cuando la lluvia se torna débil te envuelve esta sensación de alivio, porque sabes que la tormenta tiene un final e incluso en el cielo gris pueden aparecer colores. También comprendes que las plantas necesitan agua para fortalecer sus raíces. Expandirse. Florecer.
Un lindo jardín está construido a base de tempestades.
Mientras el vaho de mi boca empaña la antigua ventana de la biblioteca pienso que me amigué demasiado con la lluvia, pero ¿qué otra cosa se supone que haces si esa tormenta se convierte en un diluvio? No puedes detener un fenómeno meteorológico. Solo sentarte a esperar que pase y esperar que no te lleve años recuperarte de los destrozos.
Observo dos gotitas aferradas al vidrio y apoyo mi dedo sobre una, siguiendo el recorrido que hace al deslizarse. En mi mente juegan una carrera y creo que esta llegará primero que su hermana.
—Gana la otra.
Me sobresalto y giro para encontrar a Salvador. Su mochila cuelga de uno de sus hombros y tiene un vaso descartable en la mano.
—¿Cómo sabías que yo...?
—De niño era mi juego favorito cuando debía esperar en el auto los días lluviosos.
Me ofrece el vaso. El dulce olor del caramelo me alcanza antes de que pueda preguntar qué es. Tiro de las mangas de mi suéter hasta que cubren mis puños y lo tomo.
—Machiatto con caramelo. —Abro la tapa para inspeccionar la espuma e inhalo hondo, igual que con las hojas de un libro—. Lo recordaste, aunque no hacía falta.
Levanta un hombro.
—Tengo buena memoria.
Nos sostenemos la mirada unos segundos, esperando que el otro diga algo. O quizás que no lo haga, para tener un poco más de tiempo estudiándonos.
Sus ojos son del color de la miel y las nueces, un marrón tan suave que juega a ser dorado. Me pregunto qué cosas ha visto con ellos, y cómo me ve en este momento.
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El amor que detuvo todos los relojes
Teen Fiction"Dicen que las mejores amistades son aquellas que se convierten en familia." Cubierta hecha por: Ash-Quintana.