Capítulo 4. El único a quien podría amar

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POV Draco

Draco no durmió aquella noche.

Cuando las primeras luces del alba rayaron el horizonte, el joven seguía sentado en la cama, contra el cabecero, abrazándose las rodillas, llorando con gesto de susto... y miedo de dormirse de nuevo. Miedo por si, al volver a dejar se llevar por los brazos de Morfeo, el sueño se repetía, mas claro, mas nítido, con mas detalles.

Aun así, éste no había desaparecido de su mente, y cuanto mas lo pensaba, mas detalles veía. Su tía, al lado del Señor Tenebroso. Sus padres, buscándolo entre la multitud del colegio. Las lágrimas del semigigante cayendo en las ropas de la muchacha.

- Gia... - musitó, enterrando la cabeza en las rodillas para llorar con amargura -. Tú debes ser quien acabe con él... lo hiciste una vez, no puedes caer. Tú puedes hacerlo todo...

«No es invencible, Draco. Gia puede morir, y si eso pasa, lamentaras toda tu vida no haber hecho nada por evitarlo.»

«¿Y qué puedo hacer yo? Yo no puedo aportarle nada...»

«Información ya es algo. Puedes prevenirla.»

«No me creerá. Pensara que es alguna treta para... lo que sea.»

«Desde luego lo que no puedes hacer es quedarte aquí, parado sin hacer nada y llorando. Eso no va a salvarla. ¿O es que acaso quieres que la mate?»

«¡No! ¡Por Merlín, ni se te ocurra sugerirlo! No puede matarla, no la va a matar... Dios, si le pasa algo...»

«Ya le ha pasado muchas veces y no te ha importado mucho, porque te uniste a su bando.»

«¡Si me importa, claro que me importa! Gia no puede morir. No puede, no puede...»

- Tengo que hacer algo, necesito... necesito hacer algo... Si le pasa algo... Si le pasa algo me muero...

Era tan temprano que ni siquiera el Señor Tenebroso rondaba por la mansión, aunque no podía asegurar que no estuviera despierto. Ni siquiera podía asegurar que ese ser durmiera, comiera o bebiera, porque no lo había visto nunca. Con todo el sigilo que podía, esperando que sus padres tampoco se hubiesen levantado y no estuvieran histéricos pensando en el sueño, Draco se dirigió, como ya era costumbre en su día a día, a la biblioteca. El retrato de Regulus se impresionó mucho al verlo, y Draco supuso que tendría unas pintas horribles; despeinado, en pijama desparejado por el vómito y con cara de desquiciado por no haber dormido en toda la noche.

- Por Merlín, chaval, ¿qué te pasa? Tienes unas pintas horribles.

Draco no respondió de inmediato. Empezó a dar vueltas delante suyo, retorciéndose las manos con ansiedad. No sabia por donde empezar, ni quería que lo tomara por chalado.

- Anoche pasó... algo - empezó -. Algo que hacía mas de dos años que no pasaba.

- Si es que te hiciste una... - protestó con una sonrisa burlona. Draco le fulminó con la mirada.

- Estoy hablando completamente en serio - le interrumpió. A Regulus le desapareció la sonrisa.

- ¿Qué pasa? - Draco se mordió el labio.

- Ya sabes que algunos magos de sangre limpia tienen dones especiales - comentó. Regulus asintió -. Los Potter y los Longbottom tienen un linaje ancestral, los Black la oclumancia... Y los Malfoy...

- ¿Qué?

- Los Malfoy tenemos sueños proféticos - confesó.

Regulus se quedó mirándolo unos segundos, y sin poder evitarlo, se echó a reír.

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