Capítulo 17. A la guerra

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- Pero que mierdas... - murmuro Draco.

Neville acababa de ver a Ron y Hermione y, loco de alegría, fue a abrazarlos. Cuanto mas miraba Gia al recién llegado, peor lo veía: tenía un ojo hinchado y amoratado y varios cortes en la cara, y su aspecto desaliñado delataba que llevaba tiempo viviendo en pésimas condiciones. Con todo, su maltrecho semblante resplandecía de felicidad cuando soltó a Hermione y volvió a exclamar:

- ¡Sabía que vendríais! ¡Ya le decía yo a Seamus que era cuestión de tiempo!

- ¿Qué te ha ocurrido, Neville?

- ¿Por qué? ¿Lo dices por esto? - Se señaló las heridas quitándoles importancia con un gesto -. ¡Bah, no es nada! Seamus está mucho peor que yo, ya lo verás. Bueno, ¿nos vamos? ¡Ah! - dijo volviéndose hacia Aberforth -. Quizá lleguen un par de personas más, Ab.

- ¿Un par de personas más? - repitió Aberforth, alarmado -. ¿Qué significa eso, Longbottom? ¡Hay toque de queda y un encantamiento maullido en todo el pueblo!

- Ya lo sé, precisamente por ese motivo se aparecerán en el bar. Envíalos por el pasadizo cuando lleguen, ¿quieres? Muchas gracias.

Le tendió una mano a Gia y Hermione para ayudarlas a subir a la repisa y entrar al túnel; Ron y Draco lo siguieron. Antes de irse, Gia se volvió a Aberforth.

- No sé cómo darte las gracias. Nos has salvado la vida dos veces.

- Pues cuida de ellos y cuídate tú, Gianna - repuso Aberforth -. Quizá no pueda salvaros una tercera vez.

Gia asintió y se dio media vuelta para reunirse con los demás.

Al otro lado se encontró unos desgastados escalones de piedra; daba la impresión de que el pasadizo era muy antiguo. De las paredes colgaban lámparas de latón, y el suelo de tierra estaba liso y erosionado. Los chicos se pusieron en marcha y sus sombras se reflejaron ondulantes en las paredes.

- Con que era verdad. - dijo Neville, dirigiéndose a Draco. - Fingiste tu muerte y te uniste a ellos.

- ¿Te sorprende, Longbottom? - preguntó con frialdad.

- ¿Te sorprende que me sorprenda? - replicó. Ambos se miraron unos segundos, y esbozaron una sonrisa -. Tengo que admitirlo, no hubiese dado un duro por ti - Draco alzó una ceja -. Nadie lo daba. Ni tus amigos, me atrevería a decir.

- Ya engancharé a esos dos idiotas, no te preocupes - le aseguró -. Y que sepas que volvería a hacerlo - Neville asintió.

- ¿Cuánto tiempo hace que existe este túnel? - preguntó Ron -. No aparece en el mapa del merodeador, ¿verdad? Yo creía que sólo había siete pasadizos que conectaban el colegio con el exterior.

- Todos ésos los cerraron antes de que empezara el curso - explicó Neville -. Ya no se puede utilizar ninguno de ellos, porque hay maldiciones en las entradas y mortífagos y dementores esperando en las salidas. - Se puso a caminar de espaldas, sonriente, como si no quisiera perder de vista ni un momento a sus amigos -. Pero eso no importa ahora... Oye, ¿es verdad que entrasteis por la fuerza en Gringotts y escapasteis montados en un dragón? Se ha enterado todo el mundo, nadie habla de otra cosa. ¡Carrow le dio una paliza a Terry Boot por contarlo a los cuatro vientos en el Gran Comedor a la hora de la cena!

- Sí, sí, es cierto - contestó Gia.

- Una puta pasada - comentó Draco.

- Míralo, si es que encima lo esta disfrutando. - dijo Neville, riendo. - ¿Qué hicisteis con el dragón?

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