Capítulo 12. De esos que mueven el mundo

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Nevaba cuando Hermione salió con una manta de sherpa a hacerle compañía y relevarla. Se sentó a su lado, tapándola y ambas se acurrucaron junto a la hoguera.

- Menos mal que trajo estas mantas - comentó. Gia asintió.

- Siempre ha sido muy friolero - replicó -. ¿Esta durmiendo? - Hermione negó y la muchacha suspiró.

- Al final no me parece tan mala idea que esté con nosotras. Quiero decir...

- Lo sé - dijo Gia -. Es un superviviente, como todos, lo que pasa es que no te lo esperas.

Cabecearon varias veces, despertando entre el ruido del viento y la idea de que alguien gritaba sus nombres.

- ¿Vosotras también lo oís? - preguntó Draco al asomarse. Las dos chicas asintieron -. Llevo un buen rato oyendo cómo nos llaman. Deberíamos irnos.

- Creo que de hecho me ha parecido ver a alguien... - dijo Gia, mirando los árboles -. Vámonos de aquí.

Recogieron el campamento, borrando todas sus huellas y los tres se desaparecieron bajo la capa por seguridad.

- ¿Dónde estamos? - preguntó Gia mientras su amiga sacaba la tienda y entre Draco y ella hacían los sortilegios de siempre.

- En el bosque de Dean. Acampé una vez aqui con mis padres.

- ¿Tú acampando, Granger? - le preguntó Draco. Hermione lo fulminó con la mirada.

- Mira quien fue a hablar, el del abrigo de 800 galeones en medio de un bosque - refunfuñó.

- Pero abriga que te cagas. Lo volvería a pagar.

También en ese lugar los árboles estaban protegidos de nieve y hacía un frío tremendo, pero por lo menos estaban protegidos del viento. Pasaron casi todo el día acurrucados dentro de la tienda, calentándose gracias a las mantas y a las llamas que Hermione producía y metía en un tarro. Gia se sentía como si estuviera recuperándose de una breve pero grave enfermedad, y el esmero y la amabilidad de Hermione, sumado al cariño y ternura que Draco le mostraba, aún sin casi tocarla, reforzaban esa impresión. Esa tarde volvió a nevar, y hasta el protegido claro donde habían acampado puedo cubierto de una nieve similar a polvillo.

- Sigo prefiriendo ésto a estar en casa - afirmó Draco. Las dos chicas le miraron sonriendo.

- ¿Tenías que volver a Hogwarts? - su rostro se ensombreció.

- No - respondió -. Después de la misión... mi padre y él creyeron que me hacía falta un correctivo, y solicitaron... bueno, solicitaron el traslado a Durmstrang - Gia le miró, alarmada -. No se de que te sorprendes. Mi padre creía que «se me había ablandado el cerebro». Lo dice como si él no lo tuviera hecho trizas - Gia sonrió.

- ¿Y Crabbe y Goyle? - preguntó Hermione.

- Se unieron a sus filas, por supuesto - suspiró -. Estuvieron en un par de reuniones antes de que me marchara. No hablamos mucho, siempre estaban juntos y desde el fracaso... ya no me tenían por el mismo.

- ¿Y Blaise y Nott? - preguntó.

- Blaise nunca se uniría a él. Nunca fue un purista, y era demasiado amigo tuyo - le dijo a Gia con un toque de celos en su voz. La muchacha alzó una ceja -. Y Nott... si, Theo se unió. No parecía muy convencido, pero creo que... bueno... no estoy orgulloso pero... lo hizo por...

- ¿Despecho? - dijo Gia con rintintin. Draco la miró, tratando de no sonreír.

- ¿Eso son celos, Potter? - preguntó.

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