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Las siguientes semanas fueron cruciales para el alfa, iniciando a ir a las primeras sesiones de terapia y mantenerse quieto por una hora durante su sesión había formado parte de su nueva rutina. En ocasiones, sentía que exasperaba a la mujer beta que lo atendía, ya que Bin aún se mantenía al margen con lo que compartía, en varias ocasiones repitiendo sus pensamientos para evitar llegar al principal problema del porqué se encontraba ahí.

La mujer siempre le recordaba que era normal si aún no se sentía preparado para hablar, pero mientras no sacara todo aquello que lo atormentaba, sabía que nada de ello serviría realmente. Por ello, en su quinta sesión, decidió firmemente en que iba a intentarlo, no prometía expresar todo con claridad, pero por lo menos haría el intento.

—Señor Moon, puede pasar ahora.—El hombre en recepción le indicó con una sonrisa, extendiendo su brazo en dirección a la puerta del consultorio.

—Gracias.—El alfa le devolvió la sonrisa mientras se dirigía por el pasillo.

Tocó suavemente la puerta antes de abrirla, acostumbrándose a pasar por el umbral y observar como ya estaban esperándolo como en las últimas sesiones. Con una pequeña reverencia, tomó asiento donde le indicó la beta y posó sus manos sobre sus muslos, tamborileando sus dedos sobre la tela del pantalón.

—Buenos días, Bin. ¿Cómo estás hoy?—Cuestionó con una sonrisa.

—Buen día, estoy bien.—Se limitó a contestar, enfocando su mirada al cuadro que se encontraba detrás de ella.

—¿Alguna novedad? Cuéntame qué hiciste en estos días desde la última sesión.—Lo alentó a continuar su conversación, prestando atención.

—Simplemente estuve en casa cuidando de SiWoo. Me está costando un poco adaptarme a esta nueva vida, aún me da miedo hacerle daño de algún modo, no puedo ser delicado con mis movimientos como lo hubiera hecho Doyun, pero hago lo mejor posible.

Tanto la psicóloga, como Bin, se sorprendieron por todo lo que dijo el alfa. La mujer estaba acostumbrada a no recibir respuestas tan largas por parte del contrario, solo oraciones cortas con lo estrictamente necesario, nada más. Ahora que el nombre del omega salía a colación, Bin sintió la necesidad de compartir el trasfondo de todo ello, como si la sola mención de su omega activara el deseo de poder expresar aún los sentimientos que persisten en su interior.

—Pasos de bebé, Bin. Todos damos pasos de bebé cuando la vida nos da este tipo de retos, no tienes que estresarte con que tienes que hacerlo bien desde el primer día, todo tomará su tiempo y para cada uno de nosotros actúa diferente, pero al final sabrás que lo lograste.

—A veces es muy estresante esperar a que todo pueda salirme bien.—Bajó la mirada, encogiéndose en su lugar.

—¿Hay algo en especial que te moleste? Sé que tener un cachorro recién nacido, por tu propia cuenta, no debe ser nada fácil. ¿Algo te está provocando conflictos contigo mismo? Podría ayudarte, darte un par de consejos para sus cuidados, si es que lo necesitas.

—No, no hay un problema en específico, solo soy yo.

La habitación quedó en silencio por un momento, sintiéndose demasiado vulnerable en ese instante. ¿Era el momento ideal para comenzar a hablar? ¿Por dónde empezaba? Maldición, tuvo que recordar respirar profundamente o de lo contrario comenzaría a hiperventilar como en sus primeras dos sesiones.

Armándose de valor, y bajo la mirada curiosa que sentía sobre él, apretó las manos contra su pantalón y comenzó hablar en ese momento, cosas que al principio todo comenzaba bien, pero tan pronto como se avecinaban los momentos difíciles, prefería callar y alejar el nudo en su garganta que amenazaba con no dejarlo seguir hablando. No dijo ni la mitad de lo que hubiera gustado decir, pero fue felicitado por dar un paso importante al abrirse de esa manera, aunque Bin sintiera que fue mínimo, también lo fue todo para él.

Cuando el reloj marcó la hora, y para ese entonces ya había transcurrido la hora de su sesión, Haneul, la mujer que lo estaba atendiendo, le dejó un par de ejercicios de meditación que podría hacer desde su casa, buscando su propia tranquilidad hasta la próxima sesión. No fue fácil levantarse de ahí, queriendo recuperarse por un momento antes de salir de la habitación con una corta despedida y prometiendo asistir en los siguientes días.

Salió del edificio con un extraño temblor en su cuerpo, demasiado enfocado en todo lo que expresó como para darse cuenta que sus propios pies lo encaminaron hasta el área de neonatos, y no fue hasta que empujó las puertas del pasillo que lo dirigían a la habitación, cuando se dio cuenta a donde iba.

A través del cristal intentó localizar a cierto omega, pero descubrió que la habitación de los bebés se encontraba sola. Al tiempo que se giró para salir de ahí, se encontró con la mirada de una mujer mayor que iba de camino a donde estaba el alfa, presionando una carpeta contra su pecho.

—Hola, ¿Buscaba a alguien?

—Hola, no.—Negó por inercia, confundiendo a la mujer. Rascando su nuca, se apresuró en decir.—Digo, sí. ¿Hoy no está trabajando Dongmin?

Pareciendo sorprendida por su pregunta, negó.—Está en descanso por unos días, ¿Gustaría que le dejara un recado?

—¿Está de vacaciones?—Frunció la frente, confundido.

—Es algo complicado de explicar, ¿Es cercano a él? ¿Cuál es su nombre?

—Bin, él estuvo cuidando de mi cachorro cuando estuvo aquí en el área de neonatos, hace poco salimos de aquí y me preguntaba si podía verlo, venía de pasada.

Uniendo los cabos, la mujer disimuló su expresión de sorpresa cuando las historias coincidieron en su mente. Sin estar segura de qué decirle, apartó la mirada.—Me temo que Dongmin no estará aquí en estos días, tampoco estoy segura de cuándo volverá, pero me aseguraré de decirle que vino a verlo.

—Entiendo, gracias.—Con mal sabor de boca, asintió en su dirección antes de salir del área.

De camino a su automóvil, no pudo evitar cuestionarse si todo marchaba bien para el omega, ¿Por qué motivo faltaría al trabajo? Había escuchado demasiadas veces cuánto adoraba ir y ayudar a los cachorros del área, no parecía interesado en apartarse de ellos a menos que fuera una ocasión extraordinaria.

Sintiendo una extraña sensación en inquietud instalarse en su pecho, decidió marcharse de regreso a casa, a pesar de que su lobo parecía renuente en irse del hospital sin antes ver a Dongmin. Sería en vano quedarse y esperarlo, no podía cuándo la mujer dijo que el omega estaría ausente por días, pero también consideró si por lo menos le hubiera pedido su número de celular y asegurarse que todo estuviera bien con él. Todo ello no fue posible por una razón, ¿Qué le podía decir al conseguir su número? Si bien habían hecho pasable los momentos cuando su cachorro se encontraba internado, llegó el pensamiento que el enfermero simplemente lo veía como un padre más que necesitaba apoyo para afrontar la situación, no había ninguna clase de relación de amigos o siquiera conocidos como para preocuparse el uno por el otro.

Con Dongmin en sus pensamientos, solo pudo pasar el resto del día cuestionándose sus razones de su ausencia, y aunque intentó los ejercicios que Haneul le dejó para mantenerse tranquilo, ninguno funcionó como debería.

No estaría tranquilo hasta saber que el omega estaba bien. 

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