13

122 30 1
                                    

Dongmin se removió sobre la cama, sintiendo húmedo en el área de su cuello. Comenzó a abrir los ojos con pesar, adaptándose a la iluminación de la habitación donde se encontraba, tratando de hacer memoria hasta que se encontró con un rostro desconocido a un costado suyo.

—Oh, por fin logró despertar.—La enfermera sonrió, retirando el pañuelo húmedo de su piel.—Notificaré al doctor sobre esto, ahora vuelvo.

Sin dejarlo hablar, observó como se retiraba de la habitación, dejándolo solo. Trató de incorporarse de la cama, pero la poca fuerza que disponía solo logró volverlo a tumbar sobre el colchón con un quejido de dolor. Su garganta se sentía seca, sus labios ardían ante la resequedad y sus extremidades parecían no funcionar conforme planeaba moverse, sintiéndose demasiado débil como para considerar sentarse sobre la cama.

A pesar del neutralizador en la habitación, el amargo olor lo golpeó directamente en el rostro. ¿Ese era su propio aroma? Lo supuso, porque además de ello, su lobo parecía tan cansado y débil como él, apenas agitándose en su interior. El dolor en su pecho se había intensificado en comparación a la última vez, y la fuente de su aroma había adquirido una tonalidad morada, tal como si se tratara de un moretón sobre su piel. Trató de respirar, calmar los nervios que comenzaban a formarse sobre su vientre ante el conocimiento de sus síntomas y en la etapa que estaba enfrentando, pero contrario a sus pensamientos, el miedo comenzó a abrumarlo a tal punto de que las lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas.

Se sintió asfixiado, necesitaba salir de ahí y volver a su vida normal, una donde solo se dedicaba a cuidar a sus pequeños de neonatos, una donde no temía por su vida y en espera de que al siguiente segundo se dejara desvanecer. Lloriqueó y dejó salir el primer sollozo cuando la puerta se abrió, revelando la imagen reconocida del alfa, haciéndolo congelar en el marco de la puerta cuando escuchó el lamento del omega.

—Dongmin.—Susurró, dejando caer la bolsa que llevaba consigo para acercarse rápidamente, colocándose a un costado suyo.—¿Qué pasa? ¿Qué es lo que duele? Trata de calmarte, necesito que hables conmigo.

El castaño parecía encontrar cierto consuelo en su voz, dejando de sollozar para concentrarse en la voz del azabache conforme lo arrullaba contra sus brazos, cuidando de no lastimarlo.

—Hey, ¿Qué duele? ¿Quieres que llame al doctor? Recién acabas de despertar, lo mejor es que vengan a checarte.

Cuando el alfa hizo el intento de alejarse, Dongmin reunió las pocas fuerzas que tenía para mantener su agarre sobre su cuerpo, no queriendo que se alejara de él. Su lobo también lloriqueó, comprendiendo solamente cómo su alfa se quería alejar de él, lastimándolo aún más.

—N-no.—Titubeó, envolviendo su mano alrededor de su antebrazo.

—Está bien, nos quedaremos así.—Bin murmuró, manteniendo el agarre sobre su espalda.

El silencio se instaló sobre la habitación, solo escuchando como sus corazones latían a la par por la cercanía entre ellos. Dongmin soltó un suspiro, manteniendo sus ojos cerrados mientras trataba de retener las lágrimas que aún amenazaban con seguir saliendo, pero tratando de no llorar por más tiempo. Se sintió patético, ¿Por qué tenía que sucederle todo ello a él? No sentía que se lo mereciera, no cuando él daba lo mejor para seguir manteniendo con vida a decenas de cachorros, dándoles esperanza, entonces ¿Por qué él no podía tener algo de esperanza también?

Sin saber si era el momento oportuno, el alfa decidió cuestionarlo.—¿Tú lo sabías? Que somos destinados, ¿Lo sabías, Dongmin?

Demasiado perezoso para hablar, asintió con pesar. No podía seguir ocultándolo, no cuando su condición era deplorable y su dependencia por mantenerlo cerca no tenía alguna otra explicación.

—¿Por qué no me lo dijiste? Debiste decirme, hubiera hecho todo con tal de evitar verte así, en esta situación.—Confesó, sintiéndose culpable por no haberlo previsto antes.

Había entendido las señales que su lobo le daba, pero había tardado tanto que temía por la salud del omega. No solo se trataban de las charlas nocturnas, de la cercanía que formaron conforme cada día que pasaban juntos mientras cuidaban y velaban por el bienestar de su cachorro, sino que eran las señales que debió de haber entendido para prevenir todo ello.

—No quería agobiarte.—Encogiéndose en su lugar, siguió.—Acabas de perder a tu omega, tu cachorro recién salió del peligro, ¿Habrías podido enfrentarlo si llegara y te dijera que somos destinados?

—Pero no debiste de poner en peligro tu vida, no para que llegáramos a esta situación. Pude haberte ayudado de alguna manera desde el principio, mi intención no fue lastimarte, en cambio, lo hubiera querido evitar si tan solo lo supiera desde que te enteraste.—Apretando suavemente la base de su cuello, suspiró.—No mereces esto, Dongmin. Dime cómo puedo ayudarte, haré todo lo que necesites que haga para que estés mejor.

—¿Por qué lo harías?—Cuestionó con extrañeza.

—Porque es lo mínimo que podría hacer por ti después de que todo lo que hiciste por mí, por mi cachorro. Sin ti, no quiero siquiera imaginar lo que hubiera sucedido, y porque realmente creo que mereces vivir una buena vida, que aún hay mucho por experimentar allá afuera, y si está en mis manos que puedas vivirlo, entonces quiero hacerlo.

Sus palabras fueron inesperadas, haciendo que su corazón sufriera una voltereta de la emoción, inclusive su lobo consiguió agitar su cola en signo positivo, desprendiendo una mínima feromona con un dulce olor que no recordaba tener. El alfa sintió aquel cambio de aroma, haciendo que su propio lobo reaccionara gustoso por la acción, ansiando poder apreciarlo por más tiempo.

—No quiero molestarte, suficiente tienes con todo lo que has pasado...—Fue interrumpido por el contrario, hablando.

—Sólo dime qué hacer, Dongmin. El mismo médico me dijo que la única manera en que mejores está en mis propias manos, no en nadie más, así que necesito que me orientes en qué hacer y cómo ayudar si eso asegura que puedas salir de aquí y te sientas mejor.

Como si lo hubieran invocado, la puerta de la habitación se abrió, dando paso a un hombre de bata blanca y la enfermera que el omega anteriormente había visto. Sus rostros demostraban la preocupación que sentían por la situación, haciendo sentir vulnerable a Dongmin. Los observó acercarse con sigilo, provocando que se apegara más contra el pecho del alfa, no queriendo que lo alejaran de él.

—Es buen indicio que despiertes, Dongmin. Estuviste inconsciente por tres días enteros, nos preocupábamos que empeoraras y no despertaras para poder hacerlo.—Habló el hombre, juntando sus manos frente a su estómago.—Estuve hablando con el señor Moon, y si ambos están de acuerdo, aún hay esperanza de que la situación se arregle antes de que algo malo pueda suceder.

No era necesario detallarlo, los dos eran conscientes a lo que el hombre quería llegar con lo último. Por suerte, tanto el omega como el alfa, querían evitar que eso sucediera, y harían todo lo que el médico les recomendara hacer para no tener que llegar al fatídico momento.

Solo estaban en espera que todo saliera como planeaban, o de lo contrario no sabrían como reaccionarían tanto sus partes humanas, como su parte animal. Esperaban que cualquier medida, como la Diosa luna, se pudiera apiadar de ellos.


🚨 STREAM JEALOUSY 🚨

For Us | BinwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora