Las alas del enemigo II

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Era un tema completamente diferente el decirlo a hacerlo.


Aunque no te arrepentías de ninguna de tus palabras, la tensión con el Príncipe Ifrit te afectaba mas de lo que aparentabas.


Como impresionabas a alguien podía tener todo a sus manos?


Todas las hojas a tu alrededor fueron tu ultimo intento de creatividad en un pequeño momento de lucidez, dejándote en un vacío artístico que no habías sentido en años.


Podías hacer algo de lo que ya tenias diseñado y negarte a esperar alguna confirmación del pelirrojo, pero estabas segura que tu orgullo seria la victima.


Además de que contribuiría a tu reputación como villana.


Por que todo lo tiene que hacer tan difícil?


Ya estabas en un punto de la historia en donde Ifrit no podía contener su odio hacia Haun además de la poca atención que recibia de la Princesa, todo era una receta para su mal temperamento.


Pero… si mantenías su atención hacia ti, aunque fuera solamente en el tema de su ropa, había una posibilidad de que pudieras distraerlo lo suficiente, al menos para que Ariana encontrara una solución.


Momentos este te traían un mal sabor de boca, pues sabias que le correspondía a el y a la Princesa solucionarlo.


Pero lo menos que querías era Haun saliera perjudicado en sus conflictos.

Eso incluiría obligar al pelirrojo a pasar tiempo contigo aun que fuera de mala manera, era un plan demasiado simple y ya tenias una ventaja sabiendo que casillas lo hacían estallar.

Además tendrías a alguien con un objetivo mutuo, tu queriendo protegerte del culto y el quien buscaba la aprobación de Ariana trabajando por su cuenta.


Ahora, que podías hacer para empezar?








Los campos de entrenamiento eran un lugar que nunca pensarías siquiera pisar, aunque la imagen de hombres musculosos era una imagen tentadora, el olor y constantes gritos te provocaban huir del lugar lo mas rápido posible.


Pero si no venias hasta aquí, te seria imposible volver a encontrar a Ifrit.


El pelirrojo fue fácil de buscar con la mirada, su cabello era su corona y destacaba con facilidad entre todos, con una espada lo suficientemente pesada para tomarla con ambas manos empujó al pobre chico que parecía ser un aprendiz y fue lanzado hasta la pared mientras que su espada cayo partida en dos a sus pies.


—Si esto fuera un campo de batalla real ya estarías muerto—Dijo Ifrit y el chico solo lo miraba temeroso. —Si no tienes la fuerza suficiente, utiliza tu velocidad—Continuo y le dio la espalda.


—Tenias oportunidad para esquivarme—Grito antes de desaparecer por la salida.


Observaste como los demás hombres se acercaron a auxiliar al chico que a pesar de la fuerza con la que fue lanzado no tenia ningún rasguño en su cuerpo.


—Señorita! Esta buscando a algún soldado?—Uno de los caballeros se acerco a ti y apartaste tu ojos de la aquella escena.


—Ah… si solo estoy esperando que terminen su entrenamiento—Respondiste nerviosa, no había manera de pasar desapercibida entre ellos.


—No se preocupe, puede pasar a los vestidores sin problema, estoy seguro que su amado estara encantado de verla!— El caballero empezó a hacer una seña para que lo siguieras.

Las joyas de la princesa | La Costurera de la ConcubinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora