El huron perdido IIII

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Esa noche, desconociendo lo que te podría pasar en cuanto llegaras a ese lugar, te dirigiste hacia tu cuarto con la excusa de hacer preparativos para el tallaje de Haun.


Casi sentías como los mirada de Benela observaba cada uno de tus movimientos.


Y cada paso solo lograba hacer peores tus pensamientos.


En un momento solo pudiste pensar en Haun.


Y si es la ultima vez que lo veo?



Tus pasos dieron una pausa enfrente de tu puerta.



Si… desaparezco, estaría el preocupado?


Era algo que no habías contemplado, aunque sabias muy bien que Benela podía deshacerte de ti en cualquier momento si es que ya no eras de utilidad, no queridas encariñarte mas de lo debido.

Mucho mas conociendo el poder que Benela tenia sobre ti.

Nunca seria suficiente algo para esa mujer.

Deberías dejarle una nota? Despedirte?

Como podías digerir esa información, cuando en tu cabeza solo podías visualizar muerte y…



El cuerpo de Ariana envuelto con el de Haun.


Aun así, con tus lagrimas rodando por tus mejillas no querías que el peliblanco pensara que solo usaste tu tiempo con el para ganar el favor de Benela.

Los maniquís que portaban los trajes que con tanto esfuerzo hicieron tu y el se encontraban esparcidos por la habitación, con solo unos retoques por terminar.


Esperándote


Ya no tenias tiempo para buscar a las sirvientas, con un suspiro y limpiando tus lagrimas con tu manga, tomaste el papel mas cercano y empezaste a escribir.













Algo andaba mal desde la ultima vez que te vio, cuando al día siguiente no fuiste a visitarlo pensó que tal vez estarías trabajando, no tenia el derecho de pedirte que estuvieras con el pero aun a si siempre tenias la costumbre de avisar cuando dejarías de ir.


Y aun estando en una junta de importancia con las demás joyas, su mente no dejaba de dar vueltas.


Como siempre, fueron Nell y Raymond los primeros en notar su inquietud.


—Estas pálido, no me digas que ese ataque fue suficiente para aterrarte de por vida?—Dijo el rubio  cuando tuvo la oportunidad de acercarse.


—No hay ningún problema si te ausentas Haun, su Majestad lo entenderá.—Antes de que la boca de Raymond siguiera Nell lo interrumpió, murmurando un “compórtate” al rubio.


—Lo siento, volveré en cuanto me sienta mejor—Dijo el peliblanco mientras se ponía de pie, —Ah y… Duque Phantom?—


—Si?—


—No es necesario que venga a verme la Princesa—












Caminando por el pasillo que lo llevaría para los cuartos de los sirvientes, una de las sirvientas se detuvo y volteo a mirarlo temerosa.

—Disculpe mi indiscreción concubino Haun Baek, pero… ha visto usted a la costurera? —Pregunto la mujer de cabellos negros después de hacer una reverencia.



—No… pero a eso mismo quería preguntar, desde hace cuando no la ven?—


—Desde hace dos mañanas tal vez… ella suele ir comer con nosotros y cuando no puede le llevamos su comida a su cuarto—Dijo la mujer sosteniendo las toallas en sus brazos con mas fuerza.  —desapareció sin decirnos nada…—

Las joyas de la princesa | La Costurera de la ConcubinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora