Capítulo 19

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Patrice no podía mirarlo

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Patrice no podía mirarlo. El camino hacia el rancho fue lento, ella estaba absorta en los animales. Los caballos parecían contentos con su presencia porque muchos se acercaban a curiosear y eso era una buena señal.

—¿Dónde has estado escondida estos diez años?

—En Detroit.

Eso estaba a muchos kilómetros de Afton. Desde luego había salido corriendo de allí lo más rápido posible. No le había servido ir al pueblo de al lado, había decidido cruzar el país para alejarse del foco del horror.

—¿Has dejado a alguien allí?

Aquella mujer no era tonta, comprendió su pregunta al instante. No se sintió avergonzado por preguntar eso, necesitaba saber si había algún amor esperándola cómodamente en la gran ciudad.

—No, no hay nadie.

Eso era bueno.

—Después de eso imagino que no, pero tengo que preguntarte.

Wyatt rio levemente.

—Mi ex, Naomi, decidió declinar nuestra boda y casarse con otro.

A veces pensaba en ella. Ya apenas dolía, no obstante, en su momento había sido demoledor. Se había sentido abatido durante muchos meses y no había permitido que ninguna mujer llegara a él lo suficientemente profundo.

—Lo siento mucho.

—Ya es cosa del pasado.

Cierto, se había quedado atrás.

Todo llevaban piedras a la espalda, algunas relaciones podían dejar bellos recuerdos y otros dolorosos momentos. Afton no era buen lugar para conocer a gente nueva, en pueblos tan pequeños eso era una tarea interesante.

—No has dicho el nombre de nadie, ¿no hay algún ex que te haya marcado lo suficiente?

Se tomó su tiempo para contestar y él no quiso presionarla. Seguramente su cabeza daba vueltas entre recuerdo y recuerdo buscando algo destacable que contar. Una parte de sí se enfadó, no necesitaba saber de nadie que haya estado en su vida.

—No he tenido ninguna relación de pareja, solo encuentros esporádicos puntuales.

Hablar así de alguna noche de sexo le pareció divertido. Ella era muy correcta. Por otro lado, sintió lástima. Su vida parecía haber sido dura puesto que no había permitido que nadie se acercara lo suficiente.

—¿Y en Afton? ¿Algún ex digno de mención?

¡Oh, sí! Acababa de tocar una tecla peligrosa. Lo supo porque sus ojos se oscurecieron de forma veloz. El color miel de sus ojos casi logró cambiar de color y se sintió culpable por provocarlo.

—Estuve casada, pero nuestro matrimonio duró unos pocos meses.

Supo que si preguntaba iba a salir mal parado, así pues, se lo guardó para sí mismo. Aquella relación no había salido bien y era un recuerdo del pasado que era mejor dejarlo pasar. No necesitaba conocer más de aquella mujer.

La tentacion del CowboyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora