Koishiteru 4

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CAPÍTULO 4






-"Kagome"- La suave voz femenina llamaba a la joven miko.

La azabache aún no abría sus bellos ojos azules.

-"Kagome, abre los ojos"- De nuevo la llamó dulcemente.

La mencionada apretó levemente los ojos y comenzó a abrirlos lentamente.

Tardó un poco en poder enfocar la mirada, cuando lo hizo se dio cuenta que se hallaba en un hermoso lugar, campo abierto y sobre una colina.

La fresca brisa de la primavera golpeaba delicadamente su rostro.

Se sentó y miró a su alrededor, la brisa revolvía sus cabellos mientras ella trataba de acomodarlos.

-"Kagome, mi amor"- La bella mujer comenzó a aparecer frente a ella.

Cabellos largos y negros como la noche al igual que la joven miko. Piel blanca de porcelana, mirada seria y calculadora color chocolate y una marca en su frente en forma de cuatro fragmentos.

Atuendo de sacerdotisa y sobre él una gran armadura antigua lo que la hacía ver poderosa

-Mi dulce niña, estoy feliz por verte una vez más- Dijo la mujer acercándose a Kagome.

-Ma... madre, eres tú- La azabache menor corrió hacia el alma de su madre materializada y la abrazó con fuerza.

-Madre! Te he extrañado tanto! Te extraño y te necesito mucho, me he sentido perdida- Lloró, la alegre y traviesa sacerdotisa lloró entre los abrazos de su madre quien acariciaba su cabeza con amor.

-Lo sé, mi niña, lo sé. Por eso te pido que me perdones por haberte dejado siendo tan solo una joven de 15 años y con el peso de proteger la Shikon no Tama, mi alma. Lo que causó tu muerte prematura- La mujer abrazó con más fuerza a su hija.

Midoriko amaba a sus hijos con toda su alma y por eso sacrificó su vida, para que ellos vivieran.

-Te pido perdón, mi querida hija. Por mi culpa moriste- Se disculpó la gran y legendaria sacerdotisa.

-No ha sido tu culpa, madre. Tú no tuviste la culpa de que existieran seres que tenían la ambición de hacerse con tu poder, solo fui traicionada por alguien que aún no recuerdo-

-Mi vida, a veces las cosas no son como parecen. No puedo decirte mucho porque es tu deber recordar lo que sucedió en el pasado pero he venido aquí para decirte algunas cosas que debes saber- Midoriko besó la frente de su hija justo donde la joven tenía la misma marca que ella.

Kagome miró a su amada madre con la interrogante de lo que le diría.

La adulta tomó la mano de su hija y la invitó a sentarse una vez más.

-Dónde estamos, madre?- Preguntó mientras admiraba el hermoso paisaje.

-Este es el límite entre el mundo espiritual y el mundo de los vivos, traje tu alma aquí porque es hora de que te diga algo que debes saber ahora que tienes la misma edad que tenías cuando moriste- La miko adulta miró a su hija quien estaba algo confundida.

-Han pasado 300 años desde el día que sufriste ese ataque a manos de un ser despreciable y que te causó heridas mortales. Cuando estabas pasando tus últimos momentos te encontraste con tu compañero quien llevaba a Inuyasha con él después de todo es su medio hermano y había dejado a tu hermano al cuidado de su padre para que aprendiera a usar su poder demoníaco- Comenzó su relato.

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