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Jungkook colocó ambas manos en el pecho de Jimin empujándolo con suavidad para apartarlo de su lado. Después chasqueó la lengua antes de hablarle.
—Centrémonos en los niños, y si quieres amar y cuidar de alguien cuida de ellos.
—Bien. —Jimin suspiró porque sabía que había ido muy rápido con la propuesta—. Cuidaré de ellos.
—Y en cuando a Yoongi, no lo molestes. Es importante para nosotros, él es parte de la familia y si tengo que elegir entre él y tú no dudaré en elegirlo a él.
Jimin apretó la quijada e iba a hablar pero Jungkook se adelantó.
—Eres el padre de los niños, pero Yoongi se ha comportado como si él lo fuera desde antes del nacimiento de los mellizos. Los niños lo adoran y lo consideran su tío de verdad, así que...
—Entendí —Jimin lo interrumpió—. Yoongi es intocable.
—Ajá.
—Bueno, ya que los niños están dormidos me voy. —Jimin sacó su teléfono entregándoselo a Jungkook—. Escribe tu número, te llamaré para ponernos de acuerdo e iniciar mi convivencia con ellos.
—Sí. —Jungkook tomó el teléfono y escribió su número, después su nombre; Jeon Jungkook.
—¿Cuáles son sus apellidos? —preguntó Jimin—. De los niños.
—¿Pues cuál más? Jeon.
—Okay. —Jimin estaba aliviado porque por un momento pasó por su mente que los apellidos de los niños pudieran ser Min.
Jungkook lo acompañó a la salida en silencio, después lo vio marcharse en su deportivo a toda velocidad. La noche estaba fría y la ciudad dormía bajo una capa de estrellas brillantes. Jungkook se quedó solo con sus pensamientos, reflexionando sobre las palabras que había compartido con Jimin y la responsabilidad que ahora le caía sobre sus hombros. Los niños eran su prioridad, y aunque el camino no sería fácil, estaba decidido a hacer todo lo posible para asegurarles un futuro lleno de amor y cuidado.
Mientras tanto, Jimin llegó a su mansión tirando las llaves del automóvil encima del mueble en la sala de estar. Se sirvió un whisky con mucho hielo, dos, tres. Pero se detuvo, no quería perder la sobriedad, así que con un lío de emociones le marcó a la persona en la que más confiaba; Kim Seokjin. Él le contestó de inmediato.
—¿Hola?
—¿Dónde estás?
—En Italia —contestó y Jimin pudo escuchar el bullicio de la gente a su alrededor. Allá todavía era de día.
—Ven a Corea, tengo que contarte muchas cosas.
—¿Qué cosas?
—Jin, soy padre de mellizos y tienen casi ocho años.
