Parte XII - La caída irrefrenable a aquello que lo que ardíamos .

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⚠️⚠️⚠️CAPÍTULO EXPLÍCITO⚠️⚠️⚠️

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Dejé a Thomas en el centro de camino a los muelles para revisar el embarco que saldría durante la mañana, recorrí la embarcación asegurándome de que mis cosas estuvieran listas, dispuestas y bien escondidas en caso de que se hiciera una revisión.

Escuché el claxon soñando cuando la enorme embarcación comenzó a alejarse por el muelle para meterse al mar abierto mientras yo me calaba un cigarrillo con sabor de lavanda.

Observé el automóvil estacionándose delante del mío cuando avancé para subir y regresar a casa, Clint me había pedido que hiciera un espacio en mi agenda para ir hasta las empresas Wembley y al menos, hacer acto de presencia con el presidente para que me hablara de las aburridas acciones y cosas de la bolsa que llenaban mi bolsa.

Me cuadré de inmediato dejándome el cigarrillo en la boca al ver al uniformado bajar de su automóvil con un abrigo azul de lanilla sobre sus hombros.

– No es necesario subteniente – Advirtió correspondiendo ligeramente el saludo militar para plantarse delante de mí.

– Buenos días teniente – Saludé sintiendo mis músculos tensos por la repentina aparición, el barco a mis espaldas volvió a hacer sonar el claxon.

Bajo la luz del sol, y fuera de un viejo papel arrugado, era mucho más atractivo de lo que había pensado que sería en realidad.

Me sentí sorprendida, y algo estúpida, su barba era muy rubia, al igual que el cabello cortísimo, y los ojos azules, azules y grises, la espalda ancha con el abrigo sobre los hombros.

Lo observé.

– Buenos días, señorita Douglas, he venido a buscarla de forma civil, así que agradecería se dirigiera a mí de una forma más social – Me dijo acercándose con una sonrisa encantadora.

Ay mierda, iba a complicarse todo más.

No lo conocía en persona, pero apenas se quitó el sombrero supe reconocer la forma cazadora de los ojos almendrados que me veían ahora con atención, no dije nada.

– Me encantaría, teniente, pero debo disculparme, yo...

– No tiene idea de quién soy – Me interrumpió con una sonrisa socarrona.

Esa mierda no me gustó para nada.

Odiaba ser subestimada solo por el hecho de tener una vagina, y su mirada altanera sobre mi no detuvieron la mueca de desprecio que sentí jalando de una de las esquinas de mi labio superior.

– Evidentemente está en una posición privilegiada, caballero.

– No quise ofenderla señora.

– Duquesa – Lo interrumpí yo esta vez acomodándome sobre mis tacones, su gesto se suavizó, cambiando a una mirada mucho más sumisa – Señora Carmille Douglas duquesa de Wembley, señor...

– Terrence Miles, su excelencia – Se presentó haciendo una reverencia al tiempo en que le ofrecí de mala gana mi mano esperando que depositara un beso en el dorso de mi guante para un extra de humillación – No fue mi intención faltarle el respeto, duquesa.

– Voy a darle el privilegio de la duda teniente Miles – Respondí alejando rápidamente mi mano de la suya para dar un paso atrás – ¿Como puedo ayudarlo?

– Permítame decir que no es así cómo esperaba que fuera nuestra primera interacción – comenzó disculpándose mientras bajaba la cabeza – supongo que Clint le ha hablado ya de mi.

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