Parte XI - Las magicas aguas termales de Edgbaston en Birmingham.

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Estoy perdida en el tiempo, pero es jueves! Así que actualización.

✨✨✨✨✨✨✨✨✨✨✨

Llevaba un vestido de seda blanco, antes de
salir de la casa había movido los delgados breteles por sus hombros para besarla, siempre quería besarla, llevaba una preciosa gargantilla de diamantes, y un abrigo de piel negro.

Se veía como una novia, iba camino al altar, y yo la llevaba del brazo, la hacía girar por el salón de baile, y la mantenía cerca de mí sintiendo el suave aroma de su perfume, sus guantes blancos estaban contra mis propias manos.

Cenamos, bailamos, y nos divertimos paseando por las bohemias calles humedecidas de lloviznas.

– He escuchado que hacia el norte de Edgbaston hay aguas termales – Comenté acariciando su mano prendida de mi brazo, ella me sonrió.

– Las hay en la finca – Respondió acurrucándose contra mi hombro mientras caminábamos – ¿Quisieras visitarlas mañana?

– Podría ser divertido.

– Podríamos nadar desnudos – Sugirió alzando las cejas para verme – hacer un picnic antes, hacer el amor en el agua, o en la manta de picnic.

– ¿Hacer él amor? – Repetí inclinándome a observarla, se sonrojó.

– ¿Cómo prefieres llamarlo? – Me detuve en la acera junto a ella, la acerqué a mí con suavidad, tomando su rostro para besarla ahí mismo, en la vía pública.

– Como tú quieras llamarlo – Le acaricié el rostro.

– ¿Quieres volver a mi casa vacía?

– Me encantaría.

La vi colocarse mi camisa, arreglándose el cabello luego de que estuviéramos sobre la manta del picnic que no habíamos alcanzado a comenzar a comer, sus piernas desnudas eran una visión gloriosa para mi, así que me acerqué a besar sus muslos, hasta las rodillas, mientras ella le daba un mordisco a uno de los sándwich que habíamos preparado en la enorme cocina.

Su mirada fija al frente revelaba que algo estaba pensando, algo sucedía en su cabeza una y otra vez, se giró a verme mientras yo masticaba mi sándwich.

– ¿Tendrías hijos conmigo, Thomas? – Soltó tan de pronto que me obligué a tragar el pan para no morir atragantado – No, no, Thomas no ahora, yo solamente quiero saber.

– ¿Estás embarazada? – Una sensación cálida se puso en mi pecho, un hielo frío me recorrió por completo.

– No – Negó despreocupadamente volviendo a darle un mordisco al sándwich – no te preocupes por eso, yo, cuento los días y mi ciclo es como un reloj – contó sonrojándose suavemente – jamás me atrevería a hacer una jugada así sin antes tener un consenso.

– ¿Tendrías hijos conmigo, Carmille? – Pregunté apoyándome en uno de mis codos para verla con atención.

– Creo que tendrían unos ojos preciosos – Me sonrió acercándose a mí para acariciarme el rostro.

– ¿Quieres tener hijos conmigo? – Repetí viéndola fijamente, no quería perderme una sola de sus reacciones, quería capturar la verdad, la dijera o no, su cuerpo hablaría cuando ella negara.

Se arrodilló sobre la manta, inclinándose sobre mí para besarme apasionadamente, sus manos deslizaron la tela blanca de su cuerpo, exponiendo los pechos al aire tibio de la campiña, no me respondió, en su lugar caminó descalza por el césped para meterse en la piscina natural de aguas termales.

¿Qué había sido aquello?

Su sincera, casi infantil pregunta, había implantado una duda en mí que ahora no se acallaba ¿Quería ella tener hijos conmigo?

Us&TheDevilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora