Mi cuerpo se sentía pesado y sentía que mis oidos latían fuertemente. No podía abrir los ojos, mis párpados parecían sellados con cemento y estaba casi segura de que me encontraba recostada sobre una superficia dura que hacía que mi espalda doliera.
¿Cuánto tiempo había pasado? Mejor dicho, ¿Dónde estaba?
Sentí unos lengüetazos en mi mano derecha y, con esfuerzo, abrí lentamente los ojos. Lo primero que ví fue oscuridad. No podía distinguir dónde comenzaba el techo o donde se encontraba la unión entre el piso y la pared: todo era como un agujero negro interminable y pacífico.
Incliné mi cabeza para ver a la criatura que me acompañaba y abrí los ojos como plato al reconocerlo. Era Budín, estaba segura de eso. Pero estaba diferente... Tenía las uñas pintadas con un labial y rimel espeso que le daba un toque de Moría Casan. Pero no podía centrarme en su aspecto al ver sus pequeños ojos mirarme y devolverme una enorme sonrisa. Entonces caí en cuenta de en dónde estaba y por qué estaba. Los recuerdos inundaron mi mente.
—Debes hacer que Luisana viva de nuevo —Le exigí. No sabía si estaba haciendo lo correcto pero necesitaba que todas estemos bien de nuevo. No sabía que demonios estaba haciendo pero sabía que debía arriesgarme.
—¿Que gano yo, Aurisita? —Me miró maliciosamente. Me provocó mala espina.
—Haré lo que tu quieras. Considera que estoy en deuda contigo —Murmuré. Cuando lo dije en voz alta, el pacto me sonó más... peligroso. ¿Estar en deuda con Anuel? Implicaba cosas que nadie podría entender. Los emos no nos manejabamos igual que los humanos y estaba comprobado que teníamos más maldad que cualquiera.
—Carajo... —Susurré y abracé sin dudarlo a Budin. El perro me devolvió su cariño y sentí que mis hombros empezaban a temblar al darme cuenta de que no tendria una oportunidad como ésta en la dimensión de los normales.— ¿Qué hago aquí? —Murmuré tratando de agarrar todas mis fuerzas para no romper en llanto. Tenía otras prioridades, no podía desviarme, no ahora.
—Hiciste enojar a Anuel, Auri... —Me informó Budín con una mirada reprochatoria. Dios, cómo lo extrañaba. ¿O debo decir que la extrañaba? Elle debió ver la confusión en mis ojos ante su aspecto y decidió aclarar mis dudas— Soy mujer. Así es, soy traba. Decidi que, si voy a estar muerta, al menos quiero cambiar mi identidad.
Sería un cambio difícil al que adaptarme, pero sabía que mi tiempo con Budina ahora era limitado y no me fuí por las ramas.
—Bienvenida al Emo-ferno, Aurora. —Me ladra Budinsita.— Realmente estoy agradecida de estar muerta, porque no querría ser tu ahora mismo. Debes ir con Anuel, está perdiendo la cabeza por tu culpa. —Y mi ceño solo se frunció más. ¿De qué demonios hablaba? Sabía que me encontraba en el Emo-ferno y sabía que eso solo implicaba de que yo me encontraba en un gran problema.
Tanto las amorositas como las emos tienen su propio lugar celestial. El nuestro es más bien infernal, pero las intenciones nunca faltaron. Aquí vienen todos los emos-fallecidos y los dioses más importantes de la emo-biblia. Es un templo que no cualquiera puede cruzar, una dimensión que dibuja la linea entre la vida real y el más allá. Sabía que Budina se encontraría aquí, en un lugar seguro. Pero nunca pensé el volver a verla ni mucho menos pisar este lugar. Muy pocos emos salen vivos de aquí una vez que entran por conflictos que causan en la dimensión normal. Así que si estaba aquí era porque realmente la había cagado.
—¿Anuel está molesto conmigo? —Pregunté confundida mientras me levantaba del suelo oscuro lentamente.
—No puedo contarte las confidencialidades divinas. Vé y enfrentalo. —Ví como Budina sacaba un pequeño frasco de perfume de su cartera y se lo ponía elegantemente— Yo debo ir a tomar té con Eva Perón.
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I'm in love with an emo girl (Amor x Emos)
AcakAuri, una chica que no es como las demás. Es emo, escucha metal y toma monster como el aire que respira. Hay una cosa que odie más además de bañarse: el amor. Todo cambia cuando conoce a zoe, una chica que ama los chinos mandarín y ama a los emos. Q...