Capítulo 2.

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Alastor seguía observando la situación que sucedía en el centro de su habitación con una mueca entre sorpresa, incredulidad y escepticismo. Y no, no había sido sólo y únicamente por ver al Rey del Infierno o al mismísimo diablo, aunque al principio sí le asustó verlo con esos enormes cuernos, la sonrisa de dientes afilados, los ojos completamente rojos y ese espeluznante aura que lo cubría pero ahora... se podría decir que esa percepción cambió por completo cuando se retractó de sus atributos demoníacos para observar con sorpresa a la pequeña, muy idéntica a él, quien reía dulcemente mientras decía ¡Papi, papi, papi!

Sacudió la cabeza, creyendo que de esa forma las alucinaciones presentes desaparecerían instantáneamente. Porque todo eso sólo podían ser imágenes que su deplorable y cansado cerebro estaba creando para aplacar el trauma pasado o sus deseos internos. Sí, sí, eso fue todo. Estaba claro que el diablo no tenía hijos ni tal apariencia. Aunque recordaba vagamente que en muchas historias mencionaban que bajaba a la tierra de vez en cuando para engendrar a los "hijos del mal", monstruos tan temidos por la humanidad gracias a los desastres y tormentos que causaban, pero esa pequeña era demasiado bonita para ser un monstruo o...

Sacudió la cabeza nuevamente, tratando de deshacerse de todos los pensamientos innecesarios. Sin embargo, cuando volvió a mirar al centro de la habitación, esperando encontrar el lugar completamente vacío y con ello la confirmación de que tendría que tomar una medicación mucho más fuerte, se llevó otra sorpresa cuando siguió escuchando la voz del hombre mayor explicándole a la chica por qué no debería estar allí y cómo todavía no entendía cómo había terminado con él en primer lugar.

Vale, no fue una alucinación. Entonces... ¿debería empezar a huir o era mejor llamar a la policía?

Tal vez ambos.

Sin embargo, toda idea posible fue interrumpida en el instante en que el diablo se giró para mirarlo de cerca. Y Alastor habría jurado que su expresión hacia él era la de un hombre que acababa de recordar que tenía asuntos pendientes. Bueno, seguramente en otras circunstancias se habría reído mucho de ello pero ahora la idea de "asuntos pendientes" lo vinculaba estrechamente con el "rápido te llevo el alma y listo" o el "primero te doy un muerte horrible por atreverse a molestarme y luego me iré" que no eran nada reconfortantes. Pero incluso cuando su cuerpo empezó a temblar levemente, no se permitió moverse de su lugar. Estaba congelado y confundido.

— Charlie cariño, ve por ahí un momento — La pequeña asintió, saliendo de la casa junto con su osito de peluche. Alastor la siguió con la mirada, pensando que no podía tener más de tres años así que... — ¿Entonces fuiste tú quien me llamó, omega?

Alastor se negó a mirarlo por un momento hasta que finalmente reunió el coraje para hacerlo, sobre todo porque le había llamado la atención ese tono de voz sugerente y burlón. Aunque eso no le impidió mantenerse un poco a la defensiva hacia él, aunque a estas alturas creía que cualquier reacción de su parte ya no valdría absolutamente de nada.

Incomplete [AppleRadio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora