Incomplete [AppleRadio]

Capitulo 24.

- ¿Eric? ¿Qué pasa? - preguntó Charlie cuando logró encontrar a su amigo, que se había retirado de su propia fiesta de cumpleaños dejando a los otros niños y adultos divirtiéndose. Pero ella no se estaba divirtiendo, al menos no tanto, ya que su prioridad era hacer que Eric se divirtiera. - ¿Por qué te fuiste? Quería que jugáramos juntos...

El muchacho le sonrió levemente, abrazando sus piernas mientras mantenía la espalda apoyada contra la superficie de madera de una de las paredes exteriores de su casa. Casualmente, en ese lugar donde la oscuridad de la noche estaba presente y nadie sería capaz de localizarlo al instante. Excepto la princesa, cuya vista era lo suficientemente buena por naturaleza divina como para observar con claridad las cosas que se encontraban en medio de la más espesa negrura. Como la expresión triste de su amiga.

Recordando las palabras de su madre, se acercó al niño hasta sentarse a su lado, adoptando la misma postura y alzando la vista al cielo donde un pequeño manto de estrellas brillantes se cernía sobre ellos. Ambos permanecieron en silencio unos instantes hasta que Charlie se atrevió a hablar de nuevo ante la ausencia de respuestas a sus primeras preguntas. Como era de esperar, Eric se encogió de hombros y secó los ríos de sal que goteaban de sus ojos con la parte trasera de la manga de la pequeña camisa blanca que su madre había elegido para que se pusiera ese día en un intento de que luciera mejor de lo habitual. Pero ni las prendas de alta costura, ni las montañas de regalos, ni la presencia de sus amigos y familiares estaban provocando en ella sentimientos que se suponía que debía experimentar, como la felicidad.

Así que decidió alejarse de la multitud a pesar de que la celebración estaba dirigida a él. Además, parecía que nadie había notado su ausencia y eso estaba bien, aunque... eso lo hizo llorar bastante.

Sin embargo, el hecho de que Charlie lo hubiera estado buscando por iniciativa propia hasta que lo encontró hizo que un pequeño y agradable calorcito se extendiera por su pecho. Y eso lo hacía feliz. Su amiga no solo era divertida y encantadora, también era amable, cariñosa y honesta junto con la amabilidad que enseñaba, cosas que le recordaban cuando escuchaba a sus padres hablar de lo bien educada y maravillosa que era la hija del señor Alastor, ya que se notaba a la distancia los buenos valores que le habían inculcado. Y Eric estaba de acuerdo con eso. Sin mencionar que el papá alfa de su mejor amiga era muy divertido y el señor Alastor era un omega muy amable, por eso a veces se sentía mal consigo mismo por tenerle un poco de miedo al principio por las cosas que solía escuchar de las mujeres de la comunidad cuando se referían a él usando esas palabras que debido a su edad no entendía pero que le causaban cierta desconfianza.

Incluso sus sentimientos de culpa habían llegado a tal punto cuando conoció a su mejor amiga y por ende, más profundamente a sus padres, que una vez le dijo a Charlie lo que pensaba del señor Alastor en el pasado, lo que hizo que la rubia frunciera el ceño con notable molestia antes de decirle que su mamá era la mejor del mundo y luego darle una larga lista de las cosas que hacían en casa cuando su papá no estaba debido al trabajo como jugar a lo que ella quisiera, hornear pasteles juntos, bailar al son de las viejas canciones del tocadiscos de fondo e ir a ver las rosas que crecían en el jardín mientras cantaban algo improvisado pero bonito. También le dijo lo mucho que su madre la amaba y que iba a cuidarlo ahora así como cuando fuera mayor. Finalizando con una sonrisa dirigida hacia él, quien ya se sentía peor que antes después de escuchar y observar lo gran persona que realmente era el señor Alastor, para volver a sorprenderse cuando escuchó a Charlie decirle con dulce voz que lo perdonaba porque su madre le había enseñado a comprender a sus amigos y a saber cuándo pedir perdón o aceptar disculpas de los demás.