Capítulo 12.

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Lucifer paseaba por su habitación

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Lucifer paseaba por su habitación.

La hoja de papel con todos los mensajes escritos con diferentes letras aún reposaba sobre la superficie de madera que constituía su escritorio de trabajo, y especialmente el mensaje "El Diablo miente. Siempre miente" parecía brillar con más intensidad a medida que su mente estaba absorta en el profundidad de cada una de las palabras escritas.

La gran pregunta era: ¿por qué pensó tanto en una simple frase? Después de todo, no fue el único que prácticamente insultó su presencia. Bueno, tal vez fue porque en realidad era el único que, en lugar de tomarlo como un insulto, parecía estar diciendo algo con toda la intención de tenerlo en mente…

Lo peor de todo es que lo tenía en la cabeza, pero era más bien un maldito cofre cerrado con un candado que no se podía abrir. Y eso se sumó a su mal humor.

En realidad, no estaba molesto por lo que decía la sentencia. Esas palabras hacía tiempo que se habían convertido en adjetivos irrelevantes para él, pero… había algo que resonaba en lo más profundo de su interior. Algo que le dijo que esta no era la primera vez que leía o escuchaba esas palabras. Bueno, si lo analizara detenidamente, la cantidad de personas que habían usado los mismos términos para referirse a él era infinita, pero sabía que había algo detrás de ellos que lo hacía sentir así.

Había algo que se sentía fuera de lugar.

Resopló molesto, ni siquiera podía determinar quién había escrito esto. El ejercicio estaba tan bien organizado para mantener los mensajes anónimos para sus remitentes que incluso si intentaba recordar los eventos, no podía decir exactamente quién había escrito esa parte. Para colmo, ni siquiera reconoció la prosa de ninguno de los integrantes del hotel, salvo la letra de su hija que era innegable y la de Ángel, que se caracterizaba por la colocación de corazones sobre las íes y obviamente, alguna referencia de carácter sexual.

Volvió a mirar el papel.

No, no tenía sentido pensar demasiado. Pero conociéndose a sí mismo y a su mente, que parecía querer hacerle la vida imposible con pensamientos intrusivos de todo tipo, intentó tomar el objeto y tirarlo a la basura, no sin antes arrugarlo hasta convertirlo en una perfecta bola de papel.

Aunque luego se arrepintió al recordar que su hija le había mencionado que todos iban a hablar de ello esa mañana.

Sin embargo -y por suerte para él- cuando bajó a desayunar con los demás, se encontró cara a cara con Charlie, quien le dedicó una rápida e incómoda sonrisa mientras agarraba el pomo de la puerta principal con la clara intención de abrirla. a retirarse.

- Buenos días papá - dijo, y Lucifer pudo sentir el notorio cambio de humor gracias al tono de cada palabra, pero por más que quisiera no podía preguntarle si algo andaba mal. Tampoco pudo devolverle el saludo, - El tema de la reflexión pasará para otro día. Ya avisé a los demás y... - Un suspiro se escapó entre sus labios mientras desviaba la mirada, - Estaré afuera por un momento. Tengo algo en qué pensar... Nos vemos luego.

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