Capítulo 11.

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- ¡Espera, por favor! Necesitamos hablar. No quería decir eso, lo juro, pero es que tú...

Su mano, que había estado aferrada a la esbelta muñeca de aquel desconocido de quien sólo podía observar sus labios temblorosos formando una mueca de dolor, fue rápidamente retirada violentamente provocando que una punzada de dolor se instalara en su pecho.

No entendió la situación. No entendía dónde estaba. Él no entendió...

No, lo hizo.

La atmósfera se sentía tan tensa y explosiva como aquella vez. Incluso podía percibir con avidez el dolor que emanaba del cuerpo que estaba frente a él, con una postura defensiva que parecía flaquear en cualquier momento debido a los evidentes temblores que recorrían sus extremidades. Denotando que las emociones que estaba experimentando eran tan fuertes que incluso para su propia personalidad le resultaba difícil evitar exponerlas.

Tenía muchas ganas de acercarse para abrazarlo. Quería secar las lágrimas que recorrían sus mejillas hasta unirse en su barbilla y caer como gotas cuyo sonido al estallar contra la superficie del suelo era muy similar a una sinfonía creada con la intención de transmitir culpa, ira, y.... tristeza. Si hubiera sido otra ocasión, tal vez incluso hubiera tomado esos sonidos para interpretar una pieza musical que quedaría grabada en su ser inmortal como uno de los tantos errores que había cometido. Aunque estaba más que seguro de que no sería capaz de deshacerse de esos sentimientos aunque quisiera.

Como era de esperar, no hizo nada.

No se acercó al omega, no lo consoló, no bebió de sus lágrimas, no lo abrazó y… tampoco le pidió perdón por las palabras que habían salido con veneno de entre sus labios en su dirección en un ataque de ira. Incluso cuando, tras reflexionar, aceptó darse cuenta de que había actuado de la manera más nefasta del mundo hacia alguien que no lo merecía. Pero ya era demasiado tarde, no podía retractarse, y menos ahora.

Además, él era el diablo. El Rey del Infierno. No estaba en su naturaleza ser considerado y dulce con un humano. Con un saco de carne y huesos lleno de pecados que marcaron su destino entre las llamas infernales. No podía concederle perdón ni redención, y mucho menos misericordia. Tenía que tratarlo como realmente merecía ser tratado y….

Los sollozos de los demás le hicieron levantar la vista hacia él. Todavía no era capaz de vislumbrar su rostro, sólo la sonrisa retorcida mojada por las lágrimas.

- El Diablo miente - Mencionó la voz desconocida, marcada con un tono de absoluta afirmación - El Diablo es traicionero y engañoso pero... sus mentiras son tan dulces que a veces desearías que te ocultaran la verdad para siempre. ¿No es así? ¿Crees que es así, Lucifer?

Lucifer abrió mucho los ojos, disociandose por unos segundos mientras su mirada permanecía pegada a las ilustraciones en el techo de su habitación en el Hotel hasta que el cansancio y la irritación invadieron su cuerpo y solo atinó a entrecerrar los ojos mientras se sentaba en la cama, dejando que soltó un profundo suspiro de frustración y se frotó la nuca con algo de fuerza para quitar la tensión que se había ido acumulando en esa zona y así poder acostumbrarse a que estaba en la realidad y no en el maldito plano onírico que, para ser honesto, no le había mostrado piedad durante eones.

Incomplete [AppleRadio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora