Capítulo 21: Tortura

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Cuando abro los ojos comprendo, con alivio, que no estoy muerta. También siento a mi bebé patear enérgicamente como siempre hace.

Pero, pocos segundos después, el terror me invade al ser consciente de que no estoy en mi casa. Esto parece un quirófano y estoy recostada sobre una camilla.

¿Será que Freen me encontró y van a atenderme?

Las paredes llenas de moho me quitan esa ilusa esperanza de un plumazo. Este no es ningún quirófano, aunque la camilla y la lámpara, que ilumina mi rostro, lo hagan parecer así.

—Ya se despertó la futura madre—dice Nita. Su voz proviene desde arriba de mi cabeza, pero luego ella se coloca a un costado mío.

— ¡¿Qué estás haciendo?!—le grito al ver el bisturí que sostiene en las manos.

—Colaborando con el nacimiento de tu bebé, seré yo misma quien traiga al mundo a esa preciosa bebé.

Intento alzar los brazos para detenerla, pero en ese momento me percato de que estoy amarrada.

—Nita, creo que no deberías hacer esto—dice Jason, quien parece algo asustado por la situación.

—No tienes derecho a hablar cuando eres un traidor de mierda—le espeto—. ¿Cómo pudiste hacer esto? Se suponía que te contrataron para cuidarme.

—Admito que tengo que darle la razón a esta zorra—se ríe la desquiciada—. ¿Por qué te metes?

—Oliver pidió que la matáramos y nos deshagamos del cuerpo, no que la torturemos.

— ¡Hijo de puta, hijo de puta!—chillo mientras me retuerzo en la camilla.

—Nadie la está torturando—replica Nita con tono sereno—. Solo le voy a hacer una cesárea para que conozca a su bebé, es un acto de caridad. Con suerte, la niña vive, y Freen y yo nos la podemos quedar.

—Esa niña no sobrevivirá en estas condiciones, la señora sólo tiene seis meses de embarazo—insiste Jason—. Mejor mátala de una vez y no prolongues más esto. Nos van a encontrar.

Mi corazón de nuevo se acelera por el pánico. No me quiero morir, mucho menos quiero que saquen a mi bebita de mi interior; ella me necesita.

—Cálmate, este lugar es muy seguro—gruñe Lisette, quien luego me mira—. ¿Cómo quieres tu cesárea? ¿Estética? Bien, así te la haré porque soy muy buena amiga.

—Qué considerada eres—digo con sarcasmo. Ni en las peores situaciones me puedo contener, y quizás eso sea algún retorcido mecanismo de defensa.

«Pues que malos mecanismos vienes manejando, Becky. Eso no te va a servir para salir de aquí» pienso con enfado.

— ¿Verdad que sí?— Nita me habla con mucha dulzura. Una falsa y asquerosa dulzura.

Se pone a inspeccionar el bisturí, y después lo acerca a mi vientre descubierto. Los muy hijos de perra me desvistieron, dejándome solo en ropa interior.

— ¡Por favor, no!—grito con todas mis fuerzas, recibiendo una cachetada por respuesta.

—No te alteres, por favor—me pide y acaricia mi rostro, como si me estuviese cuidando—. Esto solo dolerá un poquito. Te vas a desangrar rápido.

—Aunque me mates, Freen nunca estará contigo, me ama a mí—le restriego en la cara. Si me voy a morir, que al menos sea diciéndole lo que se merece.

Otro golpe azota mi rostro, y mi boca se inunda de sangre. Mi bebé patea al mismo tiempo en que la barriga se me pone dura, y duele, duele otra vez.

Comienzo a sospechar que voy a entrar en labor de parto dentro de poco. Tengo mucho miedo porque aún no es tiempo de que Charlotte nazca. Mucho menos en estas condiciones tan deplorables.

"La ex de la jefe"  (Historia G¡P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora