14.- Vínculo

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Me incorporo y no reconozco el lugar en el que me encuentro. Todo es blanco impoluto, sin muebles sin superficies, sin nada.

—¡Hola! ¡Hay alguien! —grito.

—¡Hola! —grita alguien, pero no sé de dónde proviene su grito.

Doy varias vueltas hasta que de repente veo a alguien en la distancia. Corro hacia allí y a medida que me acerco a la persona voy deteniendo mi carrera hasta que me detengo en seco al ver quien es la persona que se encuentra frente a mí. Viste una ropa extraña de color azul índigo y lleva algo colgando de su cuello. En la cabeza lleva un gorro con muchos colores.

—¡Brenda! —exclamo asombrada al reconocerme a mi misma pero totalmente diferente vestida.

—¿Cómo sabes quien soy? —me pregunta ella—. ¿Y porque luces como yo? —inquiere examinándome con curiosidad.

—Soy Eir.

—Oh, eso explica mucho.

—¿Dónde estamos? —le pregunto mirando a mi alrededor.

—Imagino que en algún lugar de mi subconsciente donde nuestras dos mentes se han encontrado. ¿Qué haces aquí?

—He bebido una fórmula que hará que nuestras mentes se vinculen.

—Buena suerte con ello—da media vuelta y comienza a alejarse de mi.

—¡Espera! ¿Dónde vas? —le grito mientras corro para alcanzarla.

—Lejos de ti.

—Necesitamos vincularnos Brenda, las dos nos podemos vivir de esta forma en este cuerpo.

—Pues márchate y déjame, estaba muy bien hasta que complicaste mi vida.

—¿¡Yo compliqué tu vida!? —pregunto asombrada.

—Lo hiciste—sigue caminando sin detenerse.

—Los nueve reinos necesitan a la sanadora, si el Yggdrasil muere, todos lo haremos—solo entonces se detiene abruptamente.

—Para ser alguien que se preocupa por el bienestar de los nueve reinos eres una persona muy fría y sin corazón.

—¿Cómo dices? —sus palabras que acaban de dejar congelada en el lugar.

—¿Porque no dijiste lo que sucedería con el unicornio? ¿Por qué me hiciste matar a la criatura más hermosa del universo?

—No sabía que sucedería así.

—¿No sabías que moriría?

—Eso si lo sabía. No sabía que cambiaríamos cuando entramos en el bosque.

Y en un parpadeo me da una cachetada. Rápidamente llevo una mano a mi rostro.

—¡Que haces!

—Eso es por no decirme lo que sucedería. Te odio, no quiero saber nada de ti—da media vuelta y se aleja nuevamente de mí.

—¡Espera, Brenda! Debemos vincular nuestras mentes.

—Dame una maldita razón por la cual debería vincular mi mente con la de alguien sin sentimientos como tú.

—Si tengo sentimientos—respondo ofendida.

—Pues para mi eres como la reina de las nieves. No sientes nada por nadie.

—¡Eso no es verdad! —respondo indignada.

—Dime, con tu edad ¿cuántas veces te has enamorado?

Me quedo en silencio. Eso es algo que nunca me permití a mi misma hacer. A lo largo de mi vida he tenido varios intereses amorosos. He tenido mis romances y mis aventuras, escapando a escondidas de mi entrenamiento en las artes de la sanación, para disfrutar de sexo a escondidas. De todas mis relaciones, hubo alguien que me interesaba, pero lamentablemente falleció antes de que tuviéramos la oportunidad de profundizar en lo que sentíamos. Si tuviese la oportunidad una vez más de poder indagar en mis sentimientos, no dudaría en hacerlo. Perdí dos mil años y no supe lo que era necesitar a alguien a un punto doloroso. No sé lo que es sacrificarse por amor o entregarse a alguien sin importar las consecuencias de la decisión tomada.

Fuego Sagrado© (+18) #2 FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora