8.- Pecado

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Las personas nos empujan y nos conducen por el palacio hasta dos habitaciones, una junto a la otra.

—Les he mandado a preparar dos habitaciones para que descansen y se alisten. En la noche vendrán por ustedes y los conducirán a la fiesta.

Toda la multitud se marcha siguiendo a Magnus. No entro en la habitación, me quedo allí de pie mientras observo como se pierden por el corredor.

—¡Eir! —murmura Vali con voz torturada.

—¡No! Por favor. No digas nada más.

Abro la puerta y entro en mi habitación. Lo mejor será que no lo mire o le dirija la palabra. Creo que eso lo hará mucho más fácil.

Me adentro en la habitación que huele exquisito. Sigo el olor hasta una enorme tina. Todo en este lugar es negro y dorado, desde las paredes hasta la tina del baño. Lo único blanco es el borde de esta. Me acerco y deslizo mi mano por la espuma y las burbujas de color lavanda. Sin pensarlo dos veces, me desnudo y me sumerjo en el agua. Me recuesto en un extremo de la enorme bañera en la que caben perfectamente cuatro personas y cierro los ojos. Pero los vuelvo a abrir en cuanto siento la puerta del baño.

—¡Qué haces aquí! —exclamo asustada no puedo creerlo.

El mira confundido hacia atrás y vuelve a mirar hacia el baño.

—He venido a bañarme—responde como si fuese lo más obvio.

—Me refiero a que haces en mi baño.

—También es el mío, creo que lo compartimos.

—¡Malditos vanirios! —murmuro entre dientes.

—No te preocupes, esperaré que termines—da media vuelta pero lo detengo.

—¡Olvídalo! ¡Entra de una vez!—respondo resignada. Tendremos que hacer mucho más que bañarnos juntos si queremos salir de aquí.

Ya se ha sacado la cota de mayas y ahora lleva una camiseta de color gris. Se deshace de ella y después comienza a zafarse los pantalones. Me giro y me siento en medio de la tina dándole la espalda. Aún no puedo creer nada de lo que está ocurriendo. Siento el agua moverse y su espalda recostarse a la mía.

—¿Nunca te bañaste con nuestros hermanos de niña?

—Ya lo dijiste, de niña, no es lo mismo—respondo mientras el se hecha a reír.

—Yo no tuve la dicha de una niñez. El que haya sido concebido con el propósito de la venganza es algo que aún no termino de aceptar.

—Mírale el lado positivo, nuestros hermanos no pudieron hacerte muchas bromas pesadas por ser el más pequeño.

Ambos reímos a carcajadas.

Tomo una esponja de baño que hay frente a mí y comienzo a asearme sin siquiera mirar hacia atrás. No hablamos, pero puedo sentir su respiración, cada movimiento que hace y el calor de su espalda contra la mía. Cada movimiento y cada roce me hace ponerme más nerviosa.

—He terminado, dejaré que te tomes un rato más a solas—murmura mientras se pone de pie.

Agradezco su cortesía en dejarme más privacidad. Me enjuago la cara y miro hacia el espejo frente a mí. No debí haberlo hecho. Su cuerpo desnudo se refleja a la perfección ahí mientras se seca con la toalla, y un nudo se forma en mi estómago. La frase de esculpido por los dioses nunca ha estado mejor dicha, pero también me ha llamado la atención su virilidad. Mi sexo palpita de deseo por él a pesar de que no siento nada más allá de un amor fraternal.

Fuego Sagrado© (+18) #2 FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora