Capítulo 4

310 32 0
                                    

Visitar Gringotts nunca fue una tarea divertida. Especialmente en estos días, cuando es mirada con abierta desconfianza por cada duende que hay dentro. Pero es una tarea que ya no puede posponer si quiere visitar la Botica después del trabajo.

Está acostumbrada al escrutinio adicional de su varita, al vaciamiento de sus bolsillos y bolso. Es rutinario, al igual que el camino del carro la llevará a la bóveda. Son dos giros a la izquierda, uno a la derecha, bajando una pequeña colina, pasando junto a una parte particularmente irregular del muro, dos giros a la derecha, una colina más empinada, luego alrededor de una gran curva hasta su bóveda.

O al menos debería ser así.

El carro va hacia la izquierda, luego toma la primera a la derecha. Ahora está bajando, bajando, bajando, y Hermione tiene un aterrador déjà vu.

-¿A dónde vamos? - grita al duende que maneja. - Este no es el camino.

-Vamos hacia tu bóveda, Señora.

Sus protestas se pierden en el viento mientras el carro avanza rápidamente. Ella alcanza su varita, aferrándola con fuerza en un agarre húmedo. Puede que no tenga Multijugos o una Capa de Invisibilidad como protección, pero no dudará en luchar para salir de esta trampa.

El carro se detiene justo antes de una cascada aterradora y familiar. El Descenso del Ladrón. Hermione sale tambaleándose con piernas temblorosas.

-¿Dónde me has traído? - exige, pero el duende solo presiona calmadamente su palma contra una puerta de bóveda.

-A tu bóveda, Señora Granger-Malfoy.

Esta no es su bóveda, se da cuenta mientras la puerta se abre revelando montones obscenos de oro. Oro que no ha ganado. Ella agarra el puñado que necesita, la ira bullendo en sus venas por la inesperada sorpresa dorada de Draco.

***

En el instante en que Draco aparece en el apartamento, Hermione se le acerca rápidamente.

-¿Por qué me has añadido a tu bóveda de Gringotts?

-Porque es nuestra bóveda - dice con ese tono exasperantemente medido.

-No quiero ni necesito tu dinero. ¿No podrías haberme advertido? Un pequeño aviso hubiera sido apreciado antes de que casi tuviera un ataque de pánico y hechizara a alguien.

-Lo siento - dice, su voz sin afecto como siempre - Pensé que estaba implícito al firmar el certificado de matrimonio.

Hermione se estremece. La mayoría de los días, él hace que sea fácil olvidar la horrorosa realidad de una unión forzada. Pero cuando pequeños recordatorios entran en el aire entre ellos, su reacción es consistentemente de desesperación mientras que Draco permanece imperturbable. La disparidad la confunde e irrita; es una molestia persistente de la que no puede sacudirse.

-Están tan... conforme con todo esto. No lo entiendo. Esto no es normal, Draco. La gente discute asuntos financieros enormes que no... no simplemente... - Ella se detiene, renuente a dejar que el pánico la consuma por segunda vez en un día. - No te entiendo en absoluto. Esto no está bien, lo que somos... lo que nos han ordenado ser. Y tú sigues con tu vida como si esto no te hubiera afectado en absoluto. ¿Por qué no estás enojado?

¿Por qué estoy sola en esto?

Él suspira y se acomoda en el sofá, como si hubiera estado esperando este colapso por parte de ella. Es exasperante la forma en que ni siquiera puede provocarlo para que discuta sobre ese asunto. La frustrante impotencia la golpea de una manera que no lo ha hecho desde la guerra.

-Supongo - dice, frotando las palmas arriba y abajo de sus muslos – que cuando te crían con la expectativa de que el matrimonio no es con alguien que elijas, tu perspectiva difiere de la persona promedio.

In These Silent Days por @HeyJude19-writing (TRADUCCIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora